Skip to main content

Reseñas

Que viva el amor, viva!

Reseñamos Ese amor tan Grande de Marie Gouiric (Mansalva, 2021). En la contratapa, Camila Sosa Villada dice que las páginas del libro son una celebración, “una fiesta lésbica, un sacrificio a un dios del que sabemos muy poco”.

Marie Gouiric le puso de título a su último libro de poemas Este amor tan Grande. Un amor que se tiene en las manos, que se siente en el pecho, que se puede señalar con el deíctico. Un amor que se permite el lujo de la exageración. ¿Cuál es ese amor tan grande?

El libro es poderoso y bello, peligroso dice Camila Sosa Villada en el texto de contratapa, como lo es escuchar a la misma Gouiric leyendo en voz alta sus poemas -por favor, vayan a YouTube-. Empieza con una invocación, un grito de ¡larga vida! pero no al rey, de que viva pero no a la patria. Es a las reinas paganas, al país de las marginadas: las zorras, las negras, las putas. El poema es una voz viva, que va nombrando a cada una de las que celebra y les habla en su lengua, irónica, agitadora, orgullosa. A Las que se pusieron unas lindas siliconas/ que tal vez algún día/ salvarán sus corazones de las balas. A las que se masturban/ las que envejecen humedecidas.

Hacia el final, el poema conjura el poder de la palabra cuando es testimonio de vida: Y si mueren, / que una procesión de todas nosotras las abrace, / las llene de flores/ y las llore y las nombre/ tan fuerte y tan alto/ hasta resucitarlas. Porque como dice una de las obras de la artista Soledad Sánchez Goldar, expuesta en Museo Tomado, la exposición del Museo Rosa Galisteo, en la ciudad de Santa Fe: Recordar es una forma de resistencia

En el poema siguiente, Hola amor, esto es un sueño, la cosa de crear con la palabra -crear mundos poéticos, crear otros mundos posibles- está de nuevo. El poema cuenta un sueño y sueña a su vez un futuro con hijes que hablen una lengua que todo lo mejore. En la noche, un sueño se mete adentro de otro, para hablarle a la mujer amada y construir una atmósfera dulce y sensual, que termina con el fuego de una vela. Un fuego tenue, pero que alumbra lo que se mira.

¿Cuál es el objeto de este amor tan grande? Su gran tamaño le permite amar a mucha gente, a todo lo que se hermosea, como dice Marie cuando usa el adjetivo como verbo. A las mujeres, a las que tienen verga/ esas, por favor, que vivan. A una que te compra dos paquetes de yerba rica en oferta, símbolo de la compañía, de presencia, de aguante. Esa chica, que también dice hermosa, aparece en un poema breve que se escucha antes que leerse, porque se titula Audios y pareciera ser la transcripción de un intercambio por Whatsapp. 

Marie juega así, con mensajitos, y en otro poema le habla a su hermana que le pide que no la nombre más en los poemas. Con esa misma voz -y un ritmo impresionante- agarra y hace poemas que suben y suben hasta estallar, entre romance y dulzura, pasando por la imagen de alguien yendo en bici al trabajo con frío, hasta explotar en el placer de un gran poema, que como el placer femenino no termina de golpe, sino que queda flotando como un espasmo. 

En el libro hay una preciosa galería de amores. Un poema muy lindo a la mascota, que yo, lectora, leí como un gato, pero la foto de la autora indica que para ella es Preta, su perrita. A un bebé recién nacido, El hije de mi amiga, que no es mío, / pero algo hay, algo es, de algo se trata. Sosa Villada en la contratapa dice que el libro es “un sacrificio a un dios del que sabemos muy poco”. ¿El del amor?¿El del romance, el de la conexión entre las personas? En esta época en la que el amor está puesto en una licuadora y la ansiedad quiere respuestas sobre todo, la búsqueda de Marie por una forma de hablarle al amor es pura chispa y coraje.

Este amor tan Grande que alguien explique

Hola bollito de rulos
pelo de bebé hediondo
perfume a barro y suciera pura.
Habrás estado haciendo lío puro
ya iré descubriendo las maldades,
roturas y destrozos
que hiciste cuando no estaba.
Pero ahora mientras me agacho
vení, beso, otro y oleme
para comprobar que soy quien te dice
mi luna mi cielo mi sol mi nube
un arco iris directo desde mi corazón
hasta tu corazón, que va y vuelve.

Son poemas en los que el amor es cuidado en un gesto simple, como la chica hermosa que compra dos paquetes de yerba para regalar, porque de eso también habla el libro, de que en el camino de romper el amor, para darle una forma nueva, hay que saber reconocer los pedazos, las posibilidades, las apuestas. Amar al padre que no puede cambiar pero intenta.

También se cifran cosas terribles, como cuando llamar a otra persona es un accidente sin suerte o cuando la mismísima escritura es impuesta y es el tiempo más robado a la infancia. Como que las maestras cuando copian en el pizarrón de espaldas a la clase aprovechan para llorar. Aprovechamos a llorar, escribe Marie, que es poeta y también maestra. 

En varios de sus poemas está presente su tarea docente: los nombres de las pibas y los pibes, la escuela como constelación de quilombos. En un gran poema publicado en otro libro, Ojalá siempre seas mi amiga, que abre diciendo El trabajo a veces nos quema la cabeza. Ese poema -busquenló, está en internet- ya se lee en actos escolares, en homenajes a docentes víctimas de femicidio -como Vanesa Castillo, acá en la ciudad de Santa Fe-, se envía a los grupos de las escuelas el 11 de septiembre. Sería el equivalente a una canción que llega a cantarse en la cancha.

“La poesía es la existencia en su estado de invención más vital y más genuino”, escribió Marie en el blog La infancia del procedimiento. En su obra hay poemas de esos que cuando se leen, no hay vuelta atrás. Poemas que se vuelven casi concretos cuando una los recuerda como un mantra, cuando se necesita una mirada de costado para las cosas, para inventar pensamientos nuevos, para nombrar lo que pasa con ternura pero también con claridad.

Frente a todo lo malo que en el mundo se multiplica y se condensa, cuando la duda es la constante, la poesía de Marie respira y recuerda: tuve suerte, fui amada.