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Crónicas

Sin novedad en el frente

Por Mario Edgardo Collaud. Primer premio en el concurso provincial de crónicas “Entre Ríos en crónicas”.

 

Las esperanzas de obtener el tercer Óscar se diluyeron poco antes de las once de la noche del domingo 12 de marzo cuando Argentina, 1985 de Santiago Mitre, protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani no pudo contra la película alemana Sin novedad en el frente que se llevó el premio a «Mejor película internacional» en la 95° entrega de los Premios Oscar realizada en el Dolby Theatre de los Ángeles.
Argentina, 1985 había sido la más vista del cine nacional en el 2022 y estaba inspirada en la historia de los fiscales Julio Strassera (Darín) y Luis Moreno Ocampo (Lanzani) que en 1985 llevaron adelante el juicio a la junta de la última dictadura militar. Era la octava en competir oficialmente como nominada al máximo galardón de la Academia donde ya habían triunfado La historia oficial en 1985 y El secreto de sus ojos en 2009.

Al igual que la película argentina, la película ganadora está basada en hechos reales, en este caso en la Primera Guerra Mundial, pero desde un lugar poco difundido por el cine, el bando alemán.

Su nombre y su historia provienen de la novela homónima que Erich María Remarque publicara con gran éxito en 1929. Al año siguiente, el director estadounidense Lewis Milestone la adaptó por primera vez y ganó el Oscar a la mejor película y al mejor director, convirtiendo la historia en un clásico del cine bélico. La segunda adaptación de la novela fue para la televisión, en 1979 con producción inglesa y estadounidense.

Sin novedad en el frente cuenta la historia de Paul Bäumer, un joven alemán de 17 años que finge la mayoría de edad y se alista, junto a un grupo de amigos, para combatir en la Gran Guerra de 1914, su entusiasmo patriótico inicial pronto choca con la dura realidad del frente de combate en el norte de Francia en un laberinto de trincheras.

Pero la novela antibélica de Remarque en 1929, ni la premiada película de Lewis Milestone al año siguiente, con sus detalladas descripciones de las atrocidades que llevaron a la muerte a millones de personas ayudaron a impedir que, solo veintiún años después, los mismos rivales fueran a una guerra aún más atroz.

La novela está basada en las vivencias del autor durante el conflicto, historia que se asemeja con la vida de Eduard Paul Hasenkamp, nacido en la «Estancia Los Naranjos» del Departamento Paraná.

Los hermanos Eduardo y Federico Hasenkamp se habían instalado en Entre Ríos en 1883 al comprarle 5996 hectáreas al exgobernador Ramón Febre, ubicadas en el Departamento Paraná, donde establecieron su estancia «Los Naranjos».

 

 

Carl Wilhem Eduard Hasenkamp fue el primero en llegar a la Argentina en 1866. Con veinte años, Eduardo Hasenkamp abandona Alemania, ingresa al país contratado por la firma Lahusen Hermanos, empresarios con sede central en Bremen y negocios en otras ciudades de Alemania y empresas agropecuarias en América del Sur. En Argentina se dedicaron al comercio de lanas y todo tipo de exportación e importación para sus industrias de peinado e hilado en sus fábricas.

Eduardo, al incorporarse a la casa comercial, se dedicó a recorrer el interior para la compra de lana para la firma, adquirió experiencia en ese tipo de actividades, recorriendo principalmente el Litoral.
Entre viaje y viaje por el interior, permanecía un tiempo en Buenos Aires donde frecuentaba los lugares donde se reunían los inmigrantes alemanes, allí conoce y entabla amistad con Germán Burmeister Sommer, hijo mayor del médico naturalista y paleontólogo de prestigio internacional Germán Conrado Burmeister.

Ante el futuro poco promisorio de empleado de la firma Lahusen, con toda la experiencia adquirida y los clientes que había reunido durante esos años, decide dedicarse por su cuenta a la comercialización de frutos del país, para lo cual renuncia a su trabajo con la firma Lahusen y junto a Germán Burmeister Sommer forman la sociedad Hasenkamp-Burmeister dedicada a la comercialización de productos en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos hacia Europa. La sociedad se fue consolidando con los años, dándole cierta seguridad económica para contraer matrimonio con Catalina Taligas.

Desde su llegada al país tenía el sueño de convertirse en hacendado, al reunir cierto capital invita a su hermano Federico, que se desempeñaba como mayordomo para el Barón Von Schistedt, en Krosen (Prusia) a que lo acompañe en su aventura. Johann Gherhard Friedrich Hasenkamp llegará a la Argentina en 1882.

Eduardo, casado con Catalina Taligas, no tuvo hijos y su hermano Federico, que era soltero, debió regresar a Alemania en 1889 a causa de la salud de sus padres. Durante su permanencia en Europa contrajo matrimonio con Gertrudis Hillmer y, al fallecer sus padres, regresó a la Argentina. Su esposa se encontraba embarazada y, tal vez, por el desarraigo y el largo viaje, su hijo falleció al nacer.

En la tranquilidad de las lomadas entrerrianas, dos años después, se concretaría el nacimiento de la primera hija, Catalina Elisa, quien sería esposa de Mauricio Ziegler y daría la descendencia actual de los fundadores.

Luego, en 1896, nacería Germán Juan, quien se dedicaría a las Ciencias Económicas, sería funcionario público y el administrador final de la estancia.

Finalmente, el menor, Eduardo Pablo, cuya breve vida será una trágica réplica a la del joven protagonista de Sin novedad en el frente.

Eduardo Pablo, nació el viernes 21 de enero de 1898 en la estancia «Los Naranjos» donde creció en una familia que intentaba mantener sus costumbres alemanas, rodeado de las vivencias del campo argentino. Acompañar a los peones en las tareas, aprender a montar y el uso del Winchester o del Remington que acompañaban cada salida por la estancia en una época de cuatreros o posibles animales salvajes. A los ocho años lo sorprendió la llegada del ferrocarril, subía la lomada para observar como los obreros de la «The Entre Ríos Raywals Limited» colocaban las vías de la línea Crespo–Campos Hasenkamp y construían el edificio de lo que sería «Estación Hasenkamp».

Mientras la terminal ferroviaria, con el trazado urbano de los hermanos fundadores, se convertía en una creciente villa, el pequeño Eduardo recibía instrucción alemana en la misma estancia con su madre y alguna institutriz como maestras. Cuando la escuela abrió sus puertas en la villa en 1909 con la llegada del maestro español Francisco Agüera Porra cursó dos años en ella.

En 1912, al cumplir los catorce años, partió hacia Alemania para completar sus estudios al igual que lo había hecho su hermano Germán a la misma edad y que aún se encontraba allí.

Al año siguiente, su hermano regresó a la Argentina y Eduardo permaneció en el antiguo colegio de Dermold, la capital del distrito de Lipe. Pocos meses después, su vida junto a la de millones de jóvenes cambiaría rotundamente, en este tiempo su historia se enlaza, en notables coincidencias con la del autor y con la del protagonista de Sin novedad en el Frente.

Sobre la participación de argentinos en la Primera Guerra Mundial existe cierta información, la gran guerra movilizó a gran número de inmigrantes europeos e hijos de estos, sobre todo enrolados con las potencias aliadas, Francia, Gran Bretaña, Rusia e Italia, nueve de cada diez inmigrantes de un país en guerra eran de ese origen, contra solo uno de las potencias centrales, Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano.
Para los países beligerantes todos los ciudadanos que hubiesen emigrado y los hijos nacidos en otros países podían ser incorporados a sus ejércitos basados en el ius sanguinis o derecho de sangre. Por el contrario, en Argentina se aplicaba el ius solis o derecho de suelo por el cual cualquier persona obtenía la nacionalidad por el solo hecho de nacer aquí.

Algunos datos indican que los enlistados serían de 4852 en Gran Bretaña, 5800 en Francia y 32430 en Italia. En cambio, de la movilización de alemanes y austro-húngaros no hay muchos datos. Al parecer, no fue muy numerosa ya que muchos no pudieron eludir el bloqueo naval para llegar a Europa, no fue el caso de Eduard Paul Hasenkamp que se encontraba en Alemania cuando estalló la guerra.

La convocatoria de estos inmigrantes europeos por sus países de origen comenzó ni bien se inició la guerra en 1914 y, al igual que en Francia y Alemania, las movilizaciones generales fueron secundadas por instituciones comunitarias creadas a partir del conflicto o por los comités patrióticos que desplegaron múltiples acciones de concientización y recaudación de fondos para financiar el viaje de los soldados.

A pesar de que los dos presidentes argentinos que gobernaron en esos años, Victorino de la Plaza e Hipólito Yrigoyen, adoptaron la neutralidad frente a la guerra, la sociedad se volcó mayoritariamente en favor de los aliados, especialmente de Francia, que desde el siglo anterior constituía el modelo político y cultural de las élites criollas.

A comienzos de 1917, Alemania inició una guerra submarina irrestricta atacando a todo barco que navegaran cerca de Gran Bretaña, Francia e Italia, incluso a los de los países neutrales. Esta acción, que perjudicaba sus intereses, empujó el ingreso de los Estados Unidos a la contienda que, a su vez, inició una campaña de presiones diplomáticas y económicas sobre las naciones de América Latina para sumarlas a su política exterior.

Eduardo Paulo Hasenkamp y Erich Paul Remark (nombre original del autor) habían nacido en 1898 con muy pocos meses de diferencia. Compartían edad también con Paul Bäumer el personaje de ficción de la novela. Los tres eran estudiantes cuando estalló la guerra. A los 16 años se alistaron como voluntarios empujados por las arengas de los docentes y un sistema educativo que en ese momento promovía el orgullo nacional y el militarismo en todas las aulas.

En el frente de batalla, Eduardo Pablo Hasenkamp y Remark cayeron heridos gravemente en combate y, mientras se recuperaban de sus heridas, ambos fueron designados a cumplir tareas administrativas en diversos destinos de la retaguardia.

Ya restablecidos, son enviados nuevamente al combate en 1918. Eduard Paul en mayo con el grado de subteniente de la Décima Compañía del Regimiento de Infantería de la Reserva N° 36 y el autor Erich Paul en octubre, a un mes del fin de la guerra, al Frente Occidental con el Primer Batallón de Reemplazo de Osnabrück.

Los dos jóvenes combatientes se habían destacado en la batalla, a tal punto que ambos recibieron la Cruz de Hierro por su valor.

Aquí se separan las historias porque Erich Paul Remark sobrevive al atroz frente de batalla en las trincheras para convertirse en escritor y autor de reconocidas novelas con el seudónimo de Erich María Remarque.
Mientras que el joven Eduardo Pablo Hasenkamp combatió en el sector de Le Mort Homme, en las colinas de Verdún, donde se dio el enfrentamiento más cruel de la Gran Guerra, la batalla se convirtió en una lucha agónica entre trincheras durante diez meses de atroces combates con el trágico record de ser la batalla más larga de la historia con alrededor de 750000 bajas.

Al mediodía del 26 de septiembre de 1918 al sudoeste de Gercourt, al norte de la altura N° 304, cae en combate, la metralla término con la vida de Eduardo Pablo Hasenkamp a los veinte años de edad.

Terminada la guerra, la noticia atravesó el océano llegando a la estancia «Los Naranjos», donde un anciano Federico Hasenkamp recibió el duro golpe. Según relatos de una joven cocinera de la estancia, don Federico reunió a los empleados y peones en el patio para comunicarles la noticia del fallecimiento de su hijo «Hilo», como solían llamarlo, y les solicitó que esa semana en señal de duelo no hubiese música y se hiciese silencio.

Sobre la pared de una de las salas del Museo Regional «24 de agosto» de la localidad de Hasenkamp se encuentra un amplio retrato de Eduardo Pablo Hasenkamp que guarda en uno de sus ángulos inferiores la Cruz de Hierro, máxima condecoración que el Imperio Alemán le otorgó a su héroe de guerra, muerto en combate.