Saúl Perman es un ícono de la calle santafesina desde hace casi 10 años. Actualmente es concejal y aspira al Senado provincial. Mandarina, ovnis, abrazos y política. Una entrevista de Octavio Gallo.
Una tarde cualquiera escuchás un megáfono a lo lejos y, antes de darte vuelta, ya sabés que es él. Intentás adivinar la canción antes de que te pase por al lado, cantando “la solución, la solución, son los abrazos de corazón” (o cualquiera de sus hits) mientras agita su bandera blanca. Cualquier santafesino se cruzó por lo menos diez o quince veces con Saúl, el loco de la bicicleta, a quien ni la banca que hace dos años ocupa en el Concejo Municipal lo privó de realizar su actividad favorita cada tarde.
Desde el 23 de noviembre de 2014, cuando por primera vez instaló una mesita con información sobre alimentación consciente en el Paseo de los Artesanos de la Costanera, la figura de Saúl Perman se integró al paisaje habitual de la ciudad de Santa Fe, ya sea en la puerta del Mc Donald’s –donde, creo recordar, repartía imágenes un poco demasiado gráficas de su propio colon–, ofreciendo abrazos en la peatonal, esquivando balas con su bicicleta o a través de las historias de Instagram de Humanos de Santa Fe, que contribuyeron a amplificar su imagen.
Hace dos años, y sin que nadie la viera venir, Perman lanzó su candidatura al Concejo santafesino por el Frente Mejor, una Alianza del Partido Autonomista y el Partido Conservador Popular. Luego superó con holgura las PASO y el 14 de noviembre de 2021, con 19.542 votos, fue electo concejal, cargo que ocupará hasta el 2025. No conforme con eso, en mayo de este año Perman anunció sus aspiraciones de ocupar una banca en el Senado provincial, y luego de volver a superar las PASO, es uno de los cuatro candidatos con posibilidades de ser electo en las generales del próximo 10 de septiembre.
La puerta de la oficina de Saúl en el anexo del Concejo Municipal está decorada con un póster con el logo de La Causa. Al entrar nos recibe una suave música ambiental sonando desde una notebook. Saúl está sentado en su escritorio, con un gran cartel detrás que reza: “La revolución de los abrazos”. Me saluda, me invita a sentarme y comenzamos a charlar.
—Siempre hablás de tu despertar en 2014, cuando empezaste a salir a la calle con tu mesita. Me interesa conocer cómo era el Saúl previo a ese despertar. ¿Cómo fue tu infancia y juventud?
—Yo era un chico feliz. Jugaba a la pelota, tenía muchos amigos en el barrio. Fue una infancia muy feliz. Muchísimos años después, en 2014, volví a la misma casa en barrio Alfonso, de forma impensada. Después en la secundaria me enfoqué mucho en el estudio. Fui escolta, abanderado, hice la colimba y después me anoté en ciencias económicas. Pintaba para ser contador. Y en mayo del 79 empecé a dudar de todo y ahí hice el clic y empecé la búsqueda.
—¿Por qué la fecha tan precisa?
— Este es el hecho concreto que yo registro. Yo estaba estudiando ciencias económicas y no me sentía a gusto con la carrera. Iba caminando por calle San Martín pensando en eso, en todo lo que me pasaba, y me cayó un pensamiento: “Este es un mundo de violencia, mentira y maldad; si la verdad y la felicidad existen, yo desde hoy me comprometo a encontrarlas”.
—¿Y ahí dejaste la carrera?
—Ahí dejé la carrera, empecé psicología social y asistencia social, y también comencé la búsqueda en los libros. Leía y leía y leía. Después estudié alfarería y me di cuenta de que me estaba cerrando mucho, entonces dejé un poco los libros y empecé a contactar más con la gente. Una compañera de asistencia social me invitó a un grupo que se llamaba La Comunidad. Asistí, me impactó, me interesó y empecé a militar.
—Es tu primera experiencia de militancia, entonces. ¿En qué consistía ese grupo?
—Estaba definida como una institución social y cultural sin fines de lucro dedicada al equilibrio y desarrollo del ser humano. El mentor fue Silo, Mario Rodríguez Cobo, un mendocino a quien yo no conocí personalmente, pero sí conocí mucha gente ligada a él. Las ideas centrales del activismo del grupo eran a nivel externo humanizar la tierra y a nivel interno buscar el sentido de la vida bajo el siguiente razonamiento: la vida no tiene sentido si todo termina con la muerte; la vida sí tiene sentido porque no todo termina con la muerte. Era un razonamiento útil para llevar adelante la búsqueda. Allí empecé a vivir experiencias internas muy fuertes hasta agosto de 1981, cuando se produjo mi gran despertar, la gran conciencia. Lo comenté con el grupo, pero no habían tenido esa misma experiencia. No obstante, yo seguía muy entusiasmado por participar activamente; fue así que dejé todo acá en Santa Fe y me fui a vivir a Rosario para desarrollar una vida más activa en la institución, porque allá había más integrantes, acá éramos muy poquitos.
—¿Cómo fue esa experiencia en Rosario?
—A los pocos meses de estar en Rosario dejé el grupo porque me desencanté de la gente. No sintonizaban con lo que yo sentía, no había feeling. Vivía en una pensión, trabajaba como promotor de una clínica de odontología, pero pronto sentí que mi etapa en Rosario había concluido y volví acá, donde empecé a trabajar y seguí mi camino. En Rosario había hecho mucho contacto con la Biblia, había sintonizado mucho con ese mensaje. Al volver acá busqué contactar con distintas iglesias y personas, para ver si sintonizaban con lo que yo sentía respecto a la Biblia, pero no lo encontré. Seguí en soledad hasta el año 88, en el que sentí la necesidad de comunicarme con la gente. Entonces se me ocurrió salir a la calle a parar a las personas para preguntarles si creían que la vida tenía sentido, como disparador para a partir de ahí poder profundizar en la temática. En el año 91, de esta forma, conocí a quien fue mi ex esposa.
—¿En serio? ¿Ella te respondió esa pregunta en la calle?
—Claro, me respondió, seguimos el contacto y nos enamoramos. Después nos casamos, tuvimos un hijo y toda esa etapa, hasta el 2000 más o menos, fue una época de letargo espiritual, abocado al trabajo y la familia, en la que volvió la lectura bíblica. En 2008 me separé y me fui a vivir solo. En 2010 me enfermé mal y empecé a caer en depresión. Fui al médico y me empastillaron. Tomaba 8 pastillas al día: para la presión, la depresión, la ansiedad, el insomnio, suplementos dietarios. A fines de 2010 le dije al doctor “mire que la pastilla para el insomnio ya no me está dando resultados”. “No importa, te voy a dar otra, un hipnótico, es nuevo, vas a andar bien”, me dijo. Yo ya había consumido durante esos últimos años varios fármacos parecidos y estaba bastante desengañado. No obstante lo compré, lo tomé y efectivamente no me dio resultados, así que me vi en un callejón sin salida. Entonces, sin que nadie me lo propusiera, opté por la medicina alternativa, algo que nunca había experimentado. Se me ocurrió visitar a una homeópata, y me hizo un plan para dejar las pastillas en un mes en forma progresiva. Me hizo tomar una medicación homeopática y leer “La antidieta” de Harvey Diamond, un libro sobre nutrición que fue escrito en la década del 70 por un matrimonio de Estados Unidos. Yo no lo leí, pero leí la síntesis y la entendí perfectamente, y con la medicación y el inicio del cambio alimentario a los tres días ya me sentí distinto.
—¿Hasta ese momento tu dieta era convencional?
—Yo siempre comí basura. Frutas y verduras eran rarísimas en mi alimentación, menos que menos semillas. Pero a partir de ahí empecé a profundizar el cambio y me di cuenta que la alimentación ideal era la crudivegana. Al poco tiempo también dejé la medicación homeopática y me fui sintiendo cada día mejor. Nunca más tomé fármacos.
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El 9 de noviembre de 2014 la madre de Saúl falleció (él prefiere decir “desencarnó”) producto de una artrosis que padeció durante muchos años, en un proceso tan angustioso que marcó su vida para siempre: “Dolores impresionantes, una obesidad no asumida, comiendo mal toda su vida, postrada en cama. Esa fue la gota que me detonó la motivación para salir a difundir en la calle la alimentación consciente”. El 23 de noviembre, dos semanas después, instaló por primera vez un stand con información sobre alimentación consciente en la Costanera, sede que se iría moviendo con el tiempo.
—El grueso de mi campaña fue en la peatonal, sobre todo frente al Mc Donald’s. Antes me había instalado en otros puntos de la peatonal, pero como estaba regido por el control municipal, los inspectores me fueron. Yo había gestionado el permiso y todo, pero no hubo caso, y tuve que irme a ese lugar.
—¿Y qué cosas aprendiste con el activismo, después de tantos años de una búsqueda en solitario y de repente tener una exposición pública tan grande?
—El contacto con la gente me trajo experiencias innumerables, incalculables, todas muy mágicas, que se van procesando cada día. La gente confiaba mucho en mí, me contaba cosas que incluso ellos confesaban que no le habían contado a nadie. Eso se dio mucho con el tema de los ovnis, que no era el tema focal mío. Lo había sido durante dos años de mi vida, cuando tenía 16 años y con un compañero de la escuela nos entusiasmamos por la temática y empezamos a estudiarla. En aquella época la información que había era básicamente la Revista Cuarta Dimensión de Fabio Zerpa, no había mucho más. Comparábamos información, investigábamos en la Biblia misma. Pero yo en ese momento dejé la temática con la conclusión de que para que yo siga interesándome en ella tenía que haber algún tipo de manifestación directa.
—¿Y la tuviste?
—Hace 5 años tuve dos avistamientos, algo que no había tenido antes. Pero, ya te digo, en la calle mucha gente me confió sus experiencias. Yo sentía que las personas me identificaban como alguien de confianza y conectaba porque veía un espejo de algo profundo que había en ellas. Por eso me confesaban esas cosas.
—¿Y cómo se fueron dando los cambios en tu atuendo? ¿Cómo pasaste del disfraz del glifosato a la manzana, a la naranja?
—Eso se daba de acuerdo a la temática que iba tocando. Primero fue alimentación consciente, después vino la época vegana, después los agrotóxicos, después la mandarina con la síntesis político-espiritual “unidad nacional, amor incondicional”, y después el 9 de diciembre de 2019 los abrazos.
—Esa sigue vigente, la tenés ahí atrás…y todo eso englobado bajo el rótulo de La Causa, ¿no?
—La Causa surgió en enero de 2015 cuando quise empezar a volcar información sobre alimentación consciente en las redes. Todavía no tenía nombre, no sabía qué nombre ponerle, y para abrir la página Facebook me pedía “nombre de emprendimiento o causa”. ¡Pum! Saltó, y ahí quedó La Causa.
—O sea que se lo debés a Zuckerberg al nombre, ¿quién lo hubiera dicho? Además de vos, ¿quiénes integran La Causa? ¿Hay un grupo más bien permanente?
—Digamos que yo soy el fundador, soy el principal, pero hay muchos conectados a nivel política, prensa, activismo. Pero en menor medida que yo, claro.
—Entonces, retomando, arrancaste con los abrazos en 2019 y en 2020 con la pandemia de repente pasó a ser algo problemático.
—Te cuento la historia de cómo nacen los abrazos. Yo venía haciendo el activismo por la unidad nacional, y el 8 de diciembre en la Basílica de Luján se abrazan Alberto Fernández y Macri. Yo no tuve mucho en cuenta la consideración de cuánta sinceridad o no pudo haber habido en un abrazo político, pero al día siguiente empecé a ofrecer abrazos. Después en la pandemia hubo nueve meses en los que di abrazos de forma virtual, por videollamada.
—¿Seguís llevando la cuenta de los abrazos?
—Sí, 87 mil, y estamos llegando a las 88 mil.
—¿Y representa mucha energía para vos abrazar tanta gente?
—Sí, y te digo que cada día siento más cada abrazo.
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Una parte importante del universo Saúl es su relación con la música, canalizada a través de un profuso cancionero que retoma melodías populares y las combina con sus principales intereses: la alimentación, la conexión extraterrenal o los abrazos. El resultado es una extraña mezcla entre mantra y canción de cancha que Perman luego se encarga de difundir con su megáfono por las calles de la ciudad.
Su repertorio es casi inagotable: entre algunos hits podemos destacar “la solución, la solución, son los abrazos de corazón”, “extraterrestres, la gente empieza a despertar, bajen nomás aquí en la Tierra, que los vamos a abrazar”; y el famoso “mandarina, mandarina, mandarina, mandarina, somos todos incluidos, Macri y Cristina”. En la página oficial de Saúl se puede encontrar una sección de descargas que contiene sólo un archivo: un remix de su hit “Mandarina, mandarina” en formato reggaetón.
—Te quería preguntar, también, por tu relación con la música, porque algo que siempre me sorprendió fue la cantidad de cantos que inventás casi todos los días.
—Mi historia con la música también es muy rara. Siempre me gustaron géneros muy diversos. Mi inicio fue en el año 79 con el comienzo de mi búsqueda, de la mano del heavy metal: Black Sabbath, Led Zeppelin, Deep Purple. Era una búsqueda estridente. Después pasé al rock sinfónico, con Yes, Genesis, Emerson, Lake and Palmer. Hubo épocas de música clásica, de jazz, lo último que me pegó muy fuerte fue el folklore nacional, pero desde hace bastante tiempo esta parte no me pega nada.
—¿Y esto que estamos escuchando ahora qué es?
—Tangerine Dream. Es como una reminiscencia de aquella época de rock sinfónico. Y bueno, toda esta tradición se fue cimentando, pero los cantos míos son muy Palito Ortega, que es una música anterior. Mi hermano y mi hermana lo escuchaban en casa.
—Claro, son como canciones de cancha. ¿Y surgen de manera más o menos espontánea o tenés que pensar cada frase, ver cómo queda?
—No, no, son espontáneas. Muchos de esos cantos me aparecen al despertar a la mañana.
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En los dos años que lleva en el recinto, Perman presentó algunos proyectos de bacheo, semaforización y poda junto a otras iniciativas más interesantes, como la prohibición de todo tipo de cartelería, folletos, volantes y pasacalles en las campañas electorales –él mismo jamás contó para su campaña con más elementos que su bicicleta y su megáfono-, la construcción de un velódromo y una huerta municipal y la colocación de baños públicos en puntos estratégicos de la ciudad.
Finalmente, están sus proyectos más extravagantes, que son los que más revuelo han generado y que, en general, no parecen tener mucha viabilidad. El primero, que presentó apenas asumió, incentivaba que los concejales mediten 10 minutos antes de cada sesión. También impulsó una resolución para que las infracciones menores de tránsito se puedan pagar donando sangre y otra para colocar estaciones de carga para dispositivos móviles con energía solar; esta última fue escuchada, y ya se instaló una en la Costanera. El último proyecto extravagante que impulsó fue, quizá, el más conocido: pedía la creación de un “espacio de conexión extraterrestre y de observación de OVNIS”, argumentando que había recibido “numerosas solicitudes” en ese sentido y que la temática era “una deuda” a tener en cuenta.
Hoy Perman es uno de los cuatro candidatos con posibilidades de ser electo como senador provincial por el departamento La Capital. En la ciudad, sus candidatos para el Concejo fueron Pascual de Stéfano, guardavidas, que se presenta como “zen, profesor y deportista”; Lis Femia, investigadora del CONICET, y Lisandro Lafferriere, biotecnólogo. Estos dos últimos el año pasado estuvieron envueltos en un escándalo luego de que se difundiera un video en Twitch en el que afirmaban que las vacunas contra el COVID-19 contenían grafeno, aunque luego otros científicos los desmintieron y demostraron que se trataba, simplemente, de mugre. Sin Saúl, La Causa no pudo sostener el éxito e incluso perdió en la interna con sus dos listas competidoras (aunque, de todas formas, el frente no consiguió los votos necesarios para superar las PASO).
—¿Y cómo se dio en vos ese salto de decidir ser candidato?
—Porque la propuesta que se me hizo era seguir haciendo lo mismo y cambiar la política desde adentro. Yo vi que era una buena para expandir el mensaje y acepté.
—¿Quién te hizo esa propuesta?
—Quien me contactó para incursionar en política fue mi asesor, Juan Cruz Recalde Iturraspe. Es licenciado en Ciencias Políticas y me hace todos los contactos políticos para consensuar proyectos positivos para la gente. También me permite mantener la independencia de criterios. No estoy aliado a ningún partido político mayoritario, voy yo solo a las elecciones.
—¿Era una propuesta con algún condicionamiento o libre?
—No, como te digo, la propuesta era seguir haciendo lo mismo, y sigo haciendo lo mismo. Y ahí vamos, haciendo el camino para cambiar desde adentro. Es un desafío cotidiano. Lo importante es el contacto con la gente, así que vamos evolucionando, progresando.
—¿Te gusta el desafío? ¿Te sentís cómodo?
—Sí. A veces me viene el pensamiento de qué sería de mi vida si yo no hubiese aceptado el desafío, y no veo nada. Siento que la expectativa con la que acepté este camino se está cumpliendo. Obviamente uno desea que sea todo más acelerado, pero bueno, todo tiene su tiempo exacto. La cantidad de gente que sintoniza con el mensaje es cada vez mayor.
—¿Qué cambios ha sufrido tu rutina diaria ahora que sos concejal?
—Cambió bastante, toda la actividad de la mañana es acá en la oficina, pero yo antes era viajante de comercio, así que de alguna forma la actividad de la tarde sigue siendo la misma, con la gente en la calle, con los abrazos.
—¿Qué relación tenés con tus pares, que vienen de palos muy diferentes al tuyo?
—La idea siempre es contactar en positivo. Obviamente con algunos hay más puntos de contacto y con otros menos, básicamente en relación a la temática ambiental, que es fundamental para mí desde el principio. Pero siempre la idea es tender puentes.
—En relación a los proyectos que has presentado, ¿han llegado a buen puerto?
—La mayoría fueron aprobados, pero también hay muchos que están por secretaría, y muy pocos ejecutados por el intendente. Por ejemplo, se instaló un punto de recarga de celulares con energía solar en la Costanera, dos cestos de residuos acá en calle Salta, se hizo algo de lo que pedimos pero uno obviamente busca más. La red de bicisendas y ciclovías, que ha sido aprobada, es fundamental, es uno de los principales proyectos que presenté.
—¿Qué opinas del revuelo mediático que se genera con tus iniciativas más extravagantes?
—Bienvenido que haya revuelo, que cree acción y reacción. Esa es la idea.
—Con lo de meditar antes de las sesiones nadie te dio mucha bola, ¿no? ¿O viste alguno meditando?
—No, y respeto la decisión de mis pares, pero lo que yo más quería es que la temática se instale en la sociedad y eso ocurrió. Cada vez más se da la conversación en la calle con la gente sobre la temática.
—¿Y el punto de interconexión extraterrestre?
—Gente conectada con el tema ya instaló el portal. No voy muy seguido, ahora cuando empiece a hacer un poquito más de calor quizás vamos a andar más por ahí.
—¿Y cómo ves tu carrera hacia el futuro?
—Veremos, aquí y ahora son las elecciones para senador. El mensaje básico que estoy dando es que si soy senador voy a donar mi sueldo para la compra y plantación de árboles en todo el departamento La Capital, en las calles de ciudades y pueblos. Hay una carencia, un déficit de arbolado muy grande en Santa Fe.
—Esta nueva candidatura, ¿también fue una propuesta que te acercaron o fue una iniciativa tuya?
—No, fue una propuesta de quienes me acompañan en la parte política. Todo lo que sea para ampliar el mensaje es bienvenido.
—Y quienes te acompañan, ¿también comparten con vos esa visión?
—Claro, por supuesto. No es un discurso único. En la vida diaria de cada uno, la alimentación, el punto de meditación, todo esto es un trabajo personal. A eso también apunta el mensaje, a que somos creadores de nuestra realidad; cada cual hace su proceso de acuerdo a cómo va pudiendo y cómo lo entiende en su día a día.
—¿Venís siguiendo la política nacional?
—La sigo de reojo, me interesa poco porque mi mensaje, el mensaje de La Causa, no lo tiene nadie.
—Pero, ¿creés que la grieta se ha profundizado? Yo veo cada vez más lejana esa unidad nacional que pregonás.
—Probablemente. Yo lo que siento es que hay que llegar a un punto de inflexión, un punto de toma de conciencia. Veremos cómo se van derivando las energías a nivel individual y a nivel general.
—Y a ese punto de inflexión, ¿cómo lo imaginás? ¿Es individual, colectivo?
—Se da en principio con cada uno construyendo su camino, cada vez más gente consciente, y luego hay un momento de un efecto dominó. No puedo saber cómo se va a dar.
Apéndice
Para finalizar, me gustaría apelar a la historia para recuperar a otros dos personajes excéntricos de la política argentina, aunque, a diferencia de Perman, ninguno de ellos llegó a ocupar un cargo. El primero es Mauricio Yattah, que compartía con Saúl la predilección por el megáfono, aunque él no salía, sino que se conformaba con gritar desde el balcón de su casa en Barrio Norte, en la ciudad de Buenos Aires, cuya fachada estaba repleta de carteles que rezaban consignas como “Rompamos el amansamiento, la opresión, el aislamiento, la soledad, los miedos” o “El paraíso está en la Tierra: solo tenemos que comprender profundamente qué han hecho con él, y renacer a la vida”. También había instalado un “patíbulo multiuso para los que le roban al pueblo” en una plazoleta cercana: en 2020, el alquiler era de 100 pesos, aunque no hay registros de que alguien lo haya usado.
Luego de presidir durante más de veinte años la Liga Contra la Corrupción y el Maltrato Público y la Organización Cívica No-Alineada “Un Mundo, Un Pueblo” (ambas, desde ya, fundadas por él mismo), en 2015 decidió ir por todo y se postuló para ser presidente por el Movimiento Solidario Popular. El acto de cierre de campaña lo realizó en Mar del Plata totalmente solo: no fue ni siquiera su compañera de fórmula. Pero eso no lo desanimó, y el día del ballotage entre Macri y Scioli llamó a la gente no votar y salir a las 6 de la tarde a la calle al grito de “¡Yattah presidente!”.
La historia de Yattah tiene, a su vez, una ramificación interesante en la emblemática “Guerra de la medianera” que protagonizó en Mar del Plata en 1991. En ese entonces, la casa de Yattah lindaba con la de su hermano, y cuando este enviudó y la vendió, el nuevo dueño, el juez Ricardo Borrazas y su pareja Olga Pristupa, se dieron cuenta de que sus nuevos vecinos ocupaban dos metros y medio de propiedad que en realidad les pertenecían a ellos, y para subsanar el error emprendieron la construcción de una medianera. Pero cuando comenzó la construcción de la zanja, los albañiles se encontraron con la resistencia de los Yattah, que así fue descripta por el “Microsemanario” de la UBA en 1992: “Yattah contragolpeó llamando a un camión con tierra para tapar lo que los obreros cavaban. Como los albañiles no solo eran más sino mejores en su tarea, Yattah y su madre comenzaron una batalla de botellas y cascotes en los que la madre se reveló una excelente lanzadora. Los albañiles optaron por un repliegue estratégico en casa de la familia Borrazas. El final de la batalla fue un match de artes marciales entre magistrado y contador”.
Yattah llegó a dormir tirado en la zanja y finalmente decidió colocar su auto para taparla, hasta que el vehículo apareció incendiado. Entonces transformó sus restos en una obra de arte que tituló “Monumento a la indefensión jurídica del ciudadano argentino”. A mediados de 1993, cuando ya se habían excusado de la causa 40 jueces, el conflicto escaló aún más. En hechos que fueron denunciados pero jamás probados, Yattah le arrojó una pava con agua caliente a Pristupa y le metió los dedos en los ojos “con la aparente intención de arrancárselos” y apuñaló a Borrazas con un cuchillo doméstico, usando un balde como escudo. Como respuesta, recibió disparos en el rostro con un rifle de aire comprimido, y denunció también que su gata Carolina fue estrangulada. El conflicto, que jamás se resolvió, llevó a la destitución de Borrazas como juez en 1995, y Yattah terminó mudándose dos años después a Buenos Aires, donde murió en 2021.
La otra figura que decido rescatar aquí es bastante más antigua y es la de Enrique Badessich. Nacido en 1896, Badessich, que había sido telegrafista en la Antártida y escrito las novelas eróticas Las Pretensiones Amorosas y El Ósculo del Crepúsculo, decidió en 1922 presentarse como candidato a diputado provincial en Córdoba por el Partido Bromosódico. Su campaña consistió en un sinfín de actos en la calle, con encendidas proclamas que le valieron una que otra noche en el calabozo: “Desde esta tribuna desafío a los cremosos del Club Social y a los demás zánganos de la colmena a que se atrevan a impedir con su policía mi inevitable acceso a una banca”, exclamaba. Prometía el amor libre, la separación de la Iglesia y el estado, la supresión del Ejército por “antisocial y anacrónico”, el acortamiento de los hábitos sacerdotales para, con la tela economizada, hacer ropa para los chicos pobres, la eliminación de las esquinas para evitar los choques y la implantación de la República cordobesa.
Como la Unión Cívica Radical había decidido no presentar candidatos por no haber podido imponer una reforma electoral, y descontado el triunfo de los conservadores, la tercera diputación por la minoría fue conseguida, contra todo pronóstico, por Badessich, con 716 votos. Días antes del escrutinio, nuestro héroe había decidido atrincherarse en la Legislatura, alimentándose únicamente con pan y salame, para evitar volver a ser detenido, ya que si estaba preso no podía ser electo.
Rápidamente, el diario La Nación lo tildó de “personaje colocado fuera de la razón” y “de reconocida incapacidad”, y consideró que en su elección habían confluido una “juventud rebelde y jaranera” y “una adhesión espontánea general a la broma” que se prolongó “hasta el propio acto comicial, sin detenerse a pensar mucho en la trascendencia del asunto”. El 27 de abril, la presión de los sectores más conservadores surtió efecto y la Comisión de Poderes de la Cámara de Diputados resolvió que Badessich era “una persona notoriamente incapacitada para desempeñar las funciones de legislador” y le negó el acceso al cargo que había obtenido limpiamente “por decoro del cuerpo”. “¿Dónde pone ella el decoro?” –le preguntaba Badessich a la cámara en la revista Caras y Caretas–. “¿En la levita del electo, en las artimañas electorales que la preceden, en la acción histórica del nepotismo? ¿En la tontera absoluta y religiosa? Si eso es el decoro, yo carezco de él. Mis proyectos son los de un hombre común que conoce los problemas de su patria. He sido telegrafista sin hilos en las Islas Orcadas durante tres años, y en Formosa. ¿Quién ha abarcado el país mejor que yo? ¿Qué argentino ha estado más compenetrado del resto del globo? Si los diputados pudiesen oír la música de las ondas hertzianas en las Orcadas, el ruido del mundo desde esa soledad, su juicio variaría.”
Luego de su destitución, Badessich intentó reunirse con Yrigoyen, pero no lo logró, y reclamó la intervención de la provincia amenazando con “volar por los aires” la Legislatura. Nada de eso ocurrió. En los años siguientes fue detenido por incitar al asesinato de Uriburu y el 15 de octubre de 1945, dos días antes de la pueblada, se adelantó al “aluvión zoológico” y presentó un hábeas corpus para pedir la libertad de Perón. En los años 50 fue denunciado por estafa y robo, y finalmente murió en 1961.