“Latente” es el primer cortometraje de la santafesina Clara Sosa Faccioli. La obra va al origen de una historia que ya se volvió leyenda en la costa, en los alrededores de San José del Rincón: la del Embolsadito. Para contarla, junto a Delfina Heinrich armaron un equipo de trabajado encabezado por mujeres en todas sus áreas. Esa perspectiva y la atención puesta en el sonido son las claves del filme.
“Cerré los ojos, busco mi alma
Y el rojo, primer color de todos
Y ahí dentro pude ver las playas
Y el rojo, la sangre en la arena
Silencio, lo toco con las manos
Y el rojo lo huelo en el aire”
Una casa, un río, una mujer. Una mujer escribiendo una carta, un hombre mirando hacia afuera, una mujer atravesando las ventanas de una casa vacía en el medio de la nada. Una forma, un estallido de color, una reacción: nos tapamos los ojos. Pero el sonido parece ser más fuerte que nunca, y nos arrastra igual hacia la pantalla, hacia lo que sucede detrás (o en) ella.
-Desde el primer guión supe que quería narrar la violencia a través del sonido, porque quedé muy copada con un texto que leí en el instituto que dice que el sonido es lo único inevitable en una película. Si te horroriza lo que estás viendo te podés tapar los ojos; pero por más que te tapes los oídos, vas a escuchar igual- explica Clara Sosa Faccioli.
Clara es la directora de “Latente“, el cortometraje que fue su tesis de grado y que el año pasado ganó el premio a Mejor Cortometraje Internacional en el Festival Cinestesia de Colombia. Nos recibe en su casa en Villa California, en San José del Rincón. Es un día hermoso, y después de comer unos fideos con crema de puerro y panceta nos sentamos en el pasto a charlar sobre la película. La entrevista dura una hora, y sólo es interrumpida un par de veces por los cabezazos en búsqueda de cariño de sus dos enormes y babosos perros.
Latente está ambientada en Rincón, a principios del siglo XX, y cuenta la historia de una mujer casada que “intenta comenzar una nueva vida, pero descubrirá que el deseo puede ser un camino peligroso y sin retorno” (siempre quise escribir esas sinopsis breves de películas, tan atrapantes, tan vertiginosas, tan misteriosas: ¡qué placer!). Fue producida íntegramente en la localidad costera, con el aval del Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales “Fernando Birri”. Además de Clara, participaron Delfina Heinrich en dirección de arte, Gina Bonfanti en producción, Ainara Iungman en dirección de actores, Maira Rodríguez Iseli en dirección de fotografía y Victoria Guzzetti en dirección de sonido.
-Elegimos que todas las cabezas de área sean mujeres para representar la historia desde ese punto de vista y escucha- explica Clara – Fue una decisión política, porque en los años en los que cursé y trabajé en distintas producciones noté que las cabezas de área generalmente las ocupan los hombres. Las mujeres están en producción y arte, y en el resto de las áreas hay más varones.
El elenco estuvo conformado por Violeta Vignatti, Lautaro Ruatta y Javier Bonatti: en este sentido, Clara destaca que “fue un laburo súper colectivo y colaborativo, hubo muchos aportes desde todas las áreas”.
El germen de Latente fue la historia del Embolsadito, una leyenda rinconera que cuenta la historia de una mujer que paseaba en sulky con su nieta en una tarde de invierno. En un momento, el caballo se desboca cerca de un descampado, y pasan cerca de una tumba en cuya cruz se podía leer “El Embolsadito”. La mujer, en su desesperación, implora “ayudame embolsadito, ayudame”, y del suelo emerge la figura de un hombre que frena el caballo y desaparece.
El Embolsadito se llama así porque fue un hombre al que la gente del pueblo encontró descuartizado adentro de una bolsa. Los hechos que revelan quién era, que son los que narra el cortometraje, suceden 30 años antes de la leyenda, y Clara quedó impactada desde el momento en que la conoció. Entrevió algo en esa historia, en esas vidas, y supo que quería contarlas. “Hablé con Chela Zarza, una historiadora de Rincón, sobre los hechos. Iba a la plaza del pueblo y le preguntaba a la gente si conocía la leyenda del Embolsadito. En paralelo, hicimos con Delfi la investigación de cómo vivía la gente en esa época: el vestuario, la escenografía, cómo era una casa”, relata.
Juana, la protagonista, es una mujer inquieta y soñadora que parece estar siempre pensando en otra cosa. Sus ojos, grandes como dos burbujas, siempre están mirando a otro lado, a eso que no se ve: parece que quisiera escaparse afuera de la pantalla. El contraste entre su cuerpo sumergiéndose en el río y su cuerpo recostado en la bañera, medio hecho un bollo, lavándose con el hilo de agua que sale de una jarra, es revelador. “Yo quise contar la historia desde el punto de vista de ella, pensar cómo lo habrá vivenciado ella. Explorar ese mundo de 1900, en un ámbito rural, donde una mujer intenta explorar su sexualidad en una sociedad patriarcal, súper punitiva del deseo. El corto es un intento de hacerle justicia a esa mujer. Y también quería experimentar un poco. Hay secuencias que apuntan a que la persona que audiove el corto experimente lo que yo imagino que esa mujer pudo haber sentido”, explica Clara.
—¿Cómo fue para vos filmar en Rincón, en el lugar donde creciste?
—Fue un placer. El placer de poder registrar el lugar hermoso en el que vivo, el río, las calles de arena, el sonido. Fue muy importante la construcción sonora, tanto del pueblo como de la casa.
—¿Y qué me podés decir de la violencia que hay en Latente? ¿Cómo te propusiste representarla?
—Es un tema central en el corto. La representación de la violencia en el cine es una responsabilidad muy grande: qué mostrás, cómo lo mostrás, hasta dónde. Como a mí me horrorizó tanto la historia, quería transmitir una sensación de horror muy fuerte que sea imposible de evadir. Y desde el primer guión supe que quería narrar la violencia a través del sonido: el sonido es lo único inevitable en una película. Si te horroriza lo que estás viendo te podés tapar los ojos; pero por más que te tapes los oídos, vas a escuchar igual.
Según el diccionario, “latente” significa “oculto, escondido o aparentemente inactivo”.
Latente se proyectó por primera vez en Sapukay, la casa de Fernando Birri en Rincón. “Para mí significó mucho”, cuenta Clara. “Fue en pandemia, y después de la proyección estábamos viendo Manekineko, una película santafesina, y cayó la policía porque estábamos tomando cerveza y haciendo ruidos molestos y no se podía. Nos terminaron echando”, relata entre risas, divertida por el hecho de que la primera exhibición al público de Latente haya terminado resultando una experiencia cuasi-punk.
El cortometraje ahora está en su etapa de distribución, y circula por todo el mundo. La lista de festivales en los que quedó seleccionada es larga: desde festivales universitarios como el Festival de Cine de Universidades del Sur (FICSUR) y el de la Federación de Escuelas de la Imagen y el Sonido de América Latina (FEISAL), pasando por la Bienal santafesina, el Visión Ribereña de Villa Constitución, el Festival de las Emociones y Terror Córdoba de Córdoba, el Mil Gritos de Buenos Aires, el Lapacho de Resistencia y el Nieve Roja de El Bolsón, hasta eventos internacionales como el Santiago Horror de Chile, el Cine Fantasy de Brasil, el Cortos de Vista de Perú, el Animal Fest de México y el TerrorMolins de España. Entre tantos festivales, destacan dos en los que la película resultó premiada: el Festival Cinestesia de Colombia, en el que ganó a Mejor Cortometraje Internacional, y el Festival de Cine de Caruaru, en Brasil, en el que recibió el premio a Mejor Película Latinoamericana. La experiencia de viajar al festival Nieve Roja, en El Bolsón, fue significativa para Clara: “Además de que el corto viaje, lo más zarpado es viajar uno con el corto para ver qué dicen otras personas y charlar con otres realizadores. Saber qué le genera a la gente que lo ve, cuál es su escena favorita, qué aspecto del corto la movilizó, eso es lo más gratificante”.
Producir cine desde Santa Fe (ni hablar desde Rincón) es un trabajo arduo y muchas veces artesanal, en un país con una concentración cultural abrumadora en la ciudad de Buenos Aires. En relación a esto, Clara reflexiona que “la falta de recursos te obliga a usar los recursos que tenés de la manera que podés para generar lo que querés: en cierta forma, te obliga a la creatividad”. Si de trabajo a pulmón hablamos, Latente no fue la excepción: “La plata la conseguimos haciendo fiestas, vendiendo bolsones de pastas, mangueando. Filmamos con una cámara prestada por un amigo del ISCAA, que también participó en la producción. La calidad por ahí ya quedó un poquito vieja, porque no está en 4K, y eso es un bajón, pero a la vez le imprime nuestra realidad, porque es muy difícil hacer cine independiente desde el interior del país, y más aún desde un pueblo”.
—¿Cómo ves el panorama actual del cine santafesino?
—La escena audiovisual santafesina está en auge. Hay muchas producciones, gente muy talentosa laburando, muy creativa. Yo siento que falta un poco de información, porque hay gente que no sabe las producciones que se hacen acá, y son producciones que han ganado premios en todo el mundo. Recomiendo que la gente vea cine santafesino, porque es muy loco ver tu ciudad en pantalla grande, y es importante saber lo que se está haciendo.
—¿Qué películas santafesinas recomendarías?
—Uh, es muy difícil, hay un montón —dice Clara, y piensa un rato largo antes de responder-. Te voy a nombrar algunas de los últimos años. Una escuela en cerro Hueso, de Betania Cappato. Cauce, de Agustín Falco. Manekineko, de Alejandro Carreras, Juan Pablo Arroyo y Gastón del Porto. Piedra noche, de Iván Fund. En cortos tenés La marcha de Érica Rozek y Agustín Falco, Ailín en la luna de Claudia Ruiz, Bajo el agua de Juan Manuel Marasco, Muda de Emiliano Pinto y Javier Bonatti…esas son algunas. Igual, me falta mucho por ver, seguro algunas se me escapan, ¿no?
La siesta ya se había vuelto tarde. No tan lejos de ahí, en el río, la noche esperaba agazapada para teñir las cosas de su color y su música. Quizá, en alguno de sus brazos, Juana estuviera ahí, nadando, esperando que se haga de noche.
Ficha técnica
PRODUCTORAS / TESISTAS
Clara Sosa Faccioli – Guión y Dirección
Delfina Heinrich – Dirección de Arte
ELENCO
Violeta Vignatti es Juana
Lautaro Ruatta es Hipólito
Javier Bonatti es Lautaro
EQUIPO TÉCNICO
Guión y Dirección: Clara Sosa Faccioli
Asistencia de Dirección: Sebastián Manassero y Manuel Acosta Belucci
Dirección de Actores: Ainara Iungman
Producción: Gina Bonfanti, Clara Sosa Faccioli y Delfina Heinrich
Asistencia de Producción: Micaela Pit y Julieta Oberlin
Dirección de Arte: Delfina Heinrich
Escenografía y ambientación: Lara Margaritini
Vestuario: Daniela Alvarez
Finish de Ambientación: Agustina Miñones
Maquillaje de efectos especiales: Mariana Gerosa
Dirección de Fotografía: Maira Rodriguez Iseli
Cámara: Gisela Cisilin
Foquista: Bernardo Marozzi
Gaffer: Ignacio Giles
Eléctricos: Juan Manuel Marasco y Roberto (Pepo) Escobar
Cámara en jornada extra: Pablo Martinez
Foquista en jornada extra: Matías Medici
Dirección de sonido: Victoria Guzzetti
Microfonista: Ariel Gaspoz
Música original: Aureliano Sosa y Julián Marcipar
Instrumentistas invitadas: Pilar Ferrando y Alicia Naffa
Montaje: Baltasar Albrecht
Continuidad: Julieta Vidal
Color: Marcos Martinez
Post producción de sonido: Ariel Echarren
Tutor de tesis: Agustín Falco
Operadora de retroproyector: Virginia Abrigo
Distribuidora: Viviana de Rosa
ISCAA – Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales de Santa Fe nº10 Fernando Birri