En este fin de semana que le sigue al Día del Amigx, armamos una breve antología de poemas que tensan el vínculo de la amistad y expanden el oído puesto para escuchar por unx amigx para decir cosas que brotan con lustre de esas conversaciones en la intimidad, o apenas el divague del tiempo libre y compartido. También, que recuerdan amigxs que perdimos o que ya no están. Que condensan la historia propia como una narrativa que se escribe siempre acompañada por algunas voces más, las de lxs amigxs que nos regalan parte de lo que somos. Son todos de autorxs contemporánexs y argentinxs.
Si buscamos una fecha que nos gusta celebrar, la efeméride del Día del Amigx nos parece de las mejores. Ya que nos subimos al calendario para armar esta selección, te elegimos también una frase de Nietzsche en “La gaya ciencia”, a la que llegamos estos días a través de una entrevista a Adrián Dárgelos. Algo así como que la amistad no es ninguna pavada de friendzone.
Aunque de vez en cuando hay sobre la tierra una especie de continuación del amor en la que ese ávido anhelo mutuo de dos personas deja lugar a un deseo y una codicia nuevos, a una sed superior y común de un ideal que está por encima de ellos: ¿pero quién conoce este amor? ¿Quién lo ha vivido? Su verdadero nombre es amistad.
Ojalá siempre seas mi amiga
El trabajo a veces nos quema la cabeza.
Así que llamé a Silvita y le conté que me sentía mal.
Ella me consoló algo así como que
la culpa no sirve para nada.
Que las cosas tienen que
sumar o sumar.
Que el que mucho abarca poco aprieta.
Pero que hay dos momentos diferentes:
Momentos para abarcar.
Momentos para apretar.
Ahora destapé una y calenté las lentejas.
Y quiero decirle a mis alumnos que me perdonen
por las veces que en vez de pedirles que me escuchen
les digo que se callen.
Por los porque si, los porque no.
Mandonearlos. No conocerlos bien.
Tratarlos de usted. Señalarles la vergüenza.
Enojarme con el desgano.
Calentarme con el desamor que tienen por las cosas
que a mí se me viene a ocurrir
que están buenas.
Por ese afán absurdo,
al que obedezco por obrera,
de ordenar las filas –rotas-
parándolos encerrados en baldosas,
separados uno detrás del otro:
-¡La mirada al frente!
¡Está prohibido darse vuelta!-.
(Casi siempre me doblo y les sonrío bajito
o les acaricio el hombro
cuando le cantamos a la bandera).
No puedo adoptarlos ni llevarlos a todos de la mano.
En este tiempo se supone que comprendí
que no voy a cambiar la escuela:
sólo soy una maestra.
Nunca le voy regresar al Tata y a Mayra su madre muerta.
Ni le sacaré las ojeras a Valentín.
Ni volveré a saber nada de Yésica.
Sentir que no se puede cambiar nada
es la que más raspa de las violencias.
No sé cómo explicar algunas cosas para que se entiendan.
Por eso a veces reparto papel glasé de a montones,
fotocopias con sopas de letras
y lleno los pizarrones de dibujos.
¿Cómo amamantar la hambruna de los cachorros de otras fieras?
Ojalá pudiera calentarles el agua.
Despiojarlos. Empacharlos.
Llenarles de crema la piel seca.
Invitarlos a pasear.
Tener un regalo para cada cumpleaños
y no esos tontos tirones de orejas.
Una vez hice algo por uno:
Le mostré cómo atarse los cordones
con una imagen simple:
Un cordón doblado es una orejita de conejo.
El otro cordón doblado, es como una orejita también.
Después una acción un poco menos sencilla:
Apoyás una orejita sobre la otra como una cruz.
Pasás la oreja de arriba por debajo de la otra y tirás.
Así se fabrica un moño.
Espero que algún día, cuando necesite trabajo,
él pueda decir:
-Sé atarme los cordones-
y su futuro patrón lo abrace con alegría.
Y que cuando los chicos del barrio le pasen la bolsa él diga:
-Sé atarme los cordones-
y los chicos le respondan:
-Perdonanos, ni sabíamos-.
Y que cuando su novia dé a luz él diga:
-Sé atarme los cordones-
y todas sus cosas sean hechas nuevas para siempre.
También sería muy bueno
que cuando su hijo lo haga enojar
él, arrodillándose, le agarré los cordones y le muestre:
-Primero una orejita de conejo, después la otra.
Las cruzás en cruz. Hacés la parte difícil que es
pasar una oreja por debajo de la otra y tirás.
Ahora nada sabemos, ni tenemos maneras de saber.
Nadie sabe el poder de un nudo bien hecho.
(Un moño es un nudo, sólo que hecho con belleza).
Lo que ahora sé es que con suerte pagaré las cuentas,
ahorraré un poco para el verano
y me tomaré esta cerveza
que, con un poco más de suerte,
me ayudará a dormir.
Marie Gouiric. Lo sacamos de acá.
*
Me duelen muchos los huesos
desde ayer.
Me duele mucho el abdomen,
me vino hoy
por eso pensé que estaba loca.
Nunca pude llevar la cuenta así que
es todos los meses una sorpresa
casi siempre angustiosa pero a veces
ir a hacer pis y encontrar un pequeño tinte
en la tela doble de la bombacha
es un alivio.
Mari, vos me recomendaste una vez
que cuando viera todo negro
y sienta que el mundo se acaba piense
si no me esta por venir .Y te quiero agradecer
porque me sirvió mucho, pero a veces
me olvido de acordarme de tu consejo
y entro en lo negro
en lo negro
y hasta me olvido de la luz.
Yo adapte tu recomendación para dársela
a algunas amigas que la necesitaban
a las que vi
un poco perdidas.
Les dije que cuando empiecen a pensar
la posibilidad de que están locas…
en fin, seguro que es eso.
Te escribo a vos porque parece que en la literatura
hay ciertas cosas de las que no se puede
escribir sin que parezca que estás “tematizando”.
Estoy segura que si todos menstruaran
sería uno de los grandes motivos
de la literatura y habría hermosos y terribles
poemas alrededor de ella, como de
la luna o la muerte o el amor
porque como vos bien sabés
es una experiencia muy solitaria
emocional, psíquica, incluso espiritual o demoníaca
y al menos en mi caso
no se manifiesta todos los meses de la misma forma,
a veces casi ni me entero pero otras
estoy así, como en este momento en que siento
que no soy un humano y que perdí
el sentido de orientación. Mi cuerpo se olvida
de sentir que tiene familia, que tiene amigxs, pasado
cosas que me gustan, leer, escribir
Soy un cuerpo sintiendo cada parte de sí mismo
sola con mi dolor y mis huesos
un cuerpo en cortocircuito, en el que cada parte
se manifiesta a la vez más de lo que debería.
Creo que si cierro los ojos
desaparezco.
No se dónde estás pero te quiero
te quiero.
Todas esas veces que estuvimos
bajo el mismo techo sin hablarnos.
Vos sabés, ¿no? Estábamos juntas.
Daiana Henderson en “Irse” (Iván Rosado, 2018). También se puede leer acá.
*
Papelitos de locura
estaban tirando
papelitos de locura
así que todos íbamos caminando entre
papelitos de locura
algunos
papelitos de locura
estaban escritos
pero otros
no
simplemente
estaban en blanco
después de un rato
llegamos al barrio
nos subimos a las bicis
y a medida que pasaba el tiempo
pasaba también el paisaje
por adelante de mí
ahora
por ejemplo
pasaba una casa de tejas rojas
y piedras a la vista en el frente
una casa tipo chalet
según se dice
lo loco es que yo ya no estaba en la bici
estaba sentado en la vereda
y la calle giraba como cuando gira el mundo
pero en cámara rápida
lo lindo es que así pasaban las estaciones
y la casa tipo chalet también
estaba ahí
otoño casa chalet invierno casa chalet
verano casa chalet primavera casa chalet
árbol con hojas verdes
árbol con hojas amarillas
árbol sin hojas
después
despacito
caía el sol
y en la vereda se prendían otros fuegos
que iban iluminándonos las caras
y cuando salva le daba mecha
y cuando nahuel le daba mecha
y cuando kevin preguntaba si tiraba
siiiiiii, tiiiiiira
y cuando kevin le daba mecha
y cuando brian escribía en la pared
“briam”
y cuando elías me miraba de reojo
la vida era entonces una cosa real
porque pasaba una parte adentro mío
y otra un poco más afuera
justo arriba de la cabeza
como un tubito de luz amarillo
que a veces crecía
y a veces se achicaba
hasta casi casi desaparecer
y cuando elías caía con una birra helada
porque las guardaba en el freezer del kiosco
era una botella de quilmes con escarchitas en el cuello
que yo acariciaba
con la yemas de los dedos
esa imagen
se sostuvo
un instante
recién
acá
dibujada
en un papelito de locura
que me encontré
en el bolsillo de atrás
así que quiero levantar
esta tarde mi voz
para dar las gracias
al estado
por haber planeado alguna vez construir una autopista
expropiar todos estos terrenos
y después nunca más construir ninguna autopista
miren cómo quedó la calle donado:
y quiero dar las gracias
también
a elías
por guardar siempre las cervezas en el freezer del kiosco
por usar esas remeras
por tener unos brazos como los que tiene
sin pedir nunca nada a cambio
y quiero dar las gracias
por eso alzo mi voz
a salva
por jugar tan bien al fútbol
y por ser mi amigo
y quiero agradecer
una vez más a dios
que hizo
como todos sabemos
todo
y que hizo
como todos sabemos
nada
Mariano Blatt. Lo sacamos de acá.
*
Cotton Fields
En el día del amigo propuse
tener un hijo, criarlo entre todas.
En el patio del boliche conversamos
del volcán activo que hay abajo
de Yellowstone y todas acordamos
en que es bueno que la naturaleza se pronuncie.
Esa noche planeamos un viaje
al sur que no hicimos, sin embargo
nos fuimos a una quinta en las afueras
y al festival de música country de San Pedro
a escuchar rockabilly, bluegrass, rock sureño.
Cuando entramos a la ruta Tota puso
una de Creedence, Cotton Fields, que dice
que de bebé su madre lo mecía
en los campos de algodón que estaban
ubicados atrás de su hogar.
Bajé el vidrio, las nubes formaban
estelas de condensación.
Caro empezó a cantar y nos sumamos.
Como no sabemos mucho inglés mandamos fruta.
Silvina Giaganti en “Tarda en apagarse” (Caleta Olivia, 2017).
*
Amigo no sé
Eso que estaba pensando ayer
no estuvo bien
te quiero mucho y por eso
te llamo para decírtelo
y si lo veo es
porque también
lo vi antes en mí.
Vuelve el frío y
así decanta
lo que en el calor dejábamos pasar
pero el tema es que
nos vi repetir
errores todo el verano.
Es como si
se quisiera parar una inundación
con un parche de cinta de papel.
El agua va a pasar igual
la cinta se va a pudrir
ni siquiera va a servir para pegar:
lo que se equivoca de lado
pierde su función fundamental.
Tuti Curani en “Barrio Relámpago”, Santos Locos, 2021
*
Simposio de letras
Suena una música de computadora
con ruidos eléctricos precipitados
en lucecitas verdes y rojas
perlitas pop.
Afuera del salón
veo nubes negras y las ramas
que se agitan pidiendo agua.
A nadie le preocupa la tormenta.
Las gotas adentro no mojan
se ponen bajo la lengua
y tienen sabor dulce.
La decoración la bebida los bailes
las mujeres los culos los escotes,
todo es tan elegante
que me da vergüenza tirar
la colilla en el piso. Le pido a un mozo
un cenicero y enseguida
me trae uno de vidrio grueso
grabado con flores.
A Luis se le paró el corazón
antes de patear la pelota.
Cuando daba los últimos golpes
de la colilla en el vidrio,
una rubia cuarentona se acercó
y puso un pucho recién prendido
en la caladura del cenicero.
Me miró pidiendo permiso
y felicitó a mi amigo por su conferencia.
Foucault Nietzche Habermas.
La realidad es un entretejido de palabras.
La realidad es discursiva.
Derrida Deleuze Barthes.
No hay hechos, hay interpretaciones.
Cuando iban por Laclau
mi amigo ya tenía un pie más adelante
el cuerpo inclinado y se pasaba
por los dedos dos tiritas de tela
que sobresalían del vestido.
La única verdad es la realidad.
Me fui a sentar a una de las pocas
mesas que quedaban y pedí otra cerveza.
No existe nada
por fuera del lenguaje.
El corazón de Luis se paró
justo antes de patear al arco.
Es imposible imaginar un mundo
sin palabras, moverse
entre perlitas pop.
Si Luis hubiera pateado esa pelota
si hubiera sido gol o hubiera pegado
en el palo, o la hubiera tirado
a la mierda y estuviera acá
entre nosotros
necesitaríamos hablar
para entendernos.
El cuerpo humano necesita
sangre oxigenada no palabras.
Si los del equipo le decían:
Dale Lucho no te mueras,
dale Lucho no nos hagas esto.
Igual me gustaría que me cuente
qué música estuvo escuchando
qué canción lo desveló.
Aunque podríamos compartir
esta cerveza y quedarnos callados
mirando el movimiento de las luces
o estar en un río fumando o tocando.
Pero Luis tuvo muerte súbita
antes de meter el gol.
Por eso cuando nos juntamos
los amigos siempre lo recordamos.
Lucho Alberto
Rata Lubisito Lubi Uli.
Después del giro lingüístico
entendimos que las injusticias
se lloran con las palabras,
pero ninguna teoría explica
cómo esa pelota no entró al arco.
Ariel Aguirre, inédito. Lo sacamos de acá.
*
Descansado y tranquilo
Tomo mate en el jardín de adelante.
Enfrento el paisaje de mi calle
interceptada por otra.
Me acompaña el sol y un viento frío.
Chupo la bombilla
el agua está tibia y casi no queda.
¿Cuántos mates entran en un termo?
Chicos corriendo en busca de un escondite.
cien
el que no se escondió se jodió
no cuento ni para uno
ni para dos
ni para tres.
Pienso en la banda y me voy
adentro a esperar la noche
para poder cantar
piedra libre para todos los compañeros.
Gonzalo Vega en “La ambición lo es todo en verano” (Automágica, 2020).
*
El año oscuro
Supongo que cuando empecé a ser tu amiga
no entendíamos bien
qué era eso. Yo tenía
amigos varones, pero lo nuestro
era llamadas por teléfono,
veranos enteros sin hacer nada,
tardes de escuela sin hacer nada
más que hablar y tomar el tereré
que nos salía asqueroso.
Ahora me gastarías porque no lo hago
más con polvito, siempre naranja y limón.
En un momento entendimos
qué era una amistad, que nos íbamos
a querer mucho. Cuando me lo contaste
yo ya sabía. A vos no te salía ninguna palabra.
Pusimos la luz de una lámpara bajita
no dormimos en toda la noche y al
otro día desayunamos con los ojos hinchados,
fuimos a la escuela
con los ojos hinchados.
Después, muchos años después,
tuvimos
el año oscuro.
Vos estabas muy asustado y yo no
había entendido bien,
creo que también
estábamos metidos en cosas nuevas
y por eso de hablar para escucharnos
con la voz del otro y seguir pensando
necesitábamos una distancia.
Hoy nos gusta poder decir
¡Ah! ¡Pero eso fue en el año oscuro!
y reírnos. Lo escribo ahora
porque estos años fueron muy difíciles
y aprendimos tanto,
así que ahora voy a mandarte esto
para que te rías
con un poco de llanto.
Agustina Lescano, inédito.
*
no tengo mucho más para decirte, querida
solo me cuesta aceptar que hasta acá
llegó todo lo que podíamos ser.
prometí que iba a ser copada y desentendida
pero ese designio no está en mis astros.
ojalá que el futuro sea solo brillante para vos,
ojalá el amor sea lo que te espere detrás
de cada puerta, que no te aceche
un miedo en cada recoveco y que siempre
tengas una amiga que te cocine
algo rico de comer. que tengas una hornalla
siempre prendida en el invierno, y que el fuego
sea siempre igual de intenso adentro.
las amapolas se abren y dan semillas infinitas
para vos, las nubes toman formas exóticas
el mundo va a ser tuyo como una eterna terraza
en el verano y el libro que estabas buscando
siempre va a tener descuento en la librería.
ojalá, cuando seas vieja
puedas recordarme con ternura,
yo quisiera
no acordarme de vos para nada pero
ambas sabemos que eso
no va a suceder
Valeria Mussio en “¡Hasta pronto, querida!” (Peces de ciudad, 2020).
*
¿Por qué las chicas nos separamos de nuestras amigas?
Nos deslumbramos
hacemos un viaje juntas y algún día
nos dejamos de ver
la última vez
que no sabíamos que iba a ser la última
nos pareció solamente una vez más
y nadie dice nada
ni nosotras ni ellas, ni las demás
y quedamos amigas
las mejores amigas no se van
las mejores amigas se disuelven
como un gas en el aire, sin límite
las amigas se disuelven.
Marina Yuszczuk en “Madre soltera” (Mansalva, 2013).