Lauphan es un músico que nació en Rosario pero se crió en Ramírez, un pueblo entrerriano. De regreso a la ciudad natal, comenzó su carrera musical como DJ. Su disco Litoraleza lo ha llevado a la escena folckelectrónica de todo el país y, este año, su canción Humedales se metió en la calle y se convirtió en una bandera de defensa del río y de denuncia del ecocidio. Estuvo en Paraná grabando un show íntimo desde Bajada Grande para el Festival Alma Delta, organizado por Fundación CAUCE. Se estrenará este domingo 29 de noviembre a las 20:00 en el canal de YouTube de la organización.
Por Rocío Fernández Doval | Fotos: Antílope
“Un viaje a Ramírez para conectar con la chamarrita, ese chamamé tranquilo que no espanta al cardenal”, dice una voz en loop sobre un latido misterioso que avanza, que introduce al viaje. “Ale encerrado en casa de un amigo buscando esa intensidad en el andar saltadito de los arpegios, registrando en la pc, recordando en la memoria del programa una música para el futuro. Cuando el cardenal se espanta, bajan los potes y esperan a que vuelva”.
Son letras del poeta Fernando Callero que le llegaron en un audio de WhatsApp hace algunos años. La voz de Callero abre todos sus shows. Y también lo abre hoy, que el show será más íntimo y al atardecer, sólo para el río, el set de filmación y algunes vecines de la cortada 8 en Bajada Grande.
Alejandro Lauphan nació en Rosario el 28 de mayo de 1984. Cuatro años después, la familia se mudó a General Ramírez, a 61 kilómetros de la capital entrerriana: “Ahí fue mi contacto con la vida rural y con esta cuestión del paisaje, de la música, de las personas que viven en el paisaje… de las problemáticas también”, dice.
Quienes lo conocen de gurí aseguran que andaba todo el día con la guitarra. Y él lo corrobora: “En mi pueblo no había tanta gente con una guitarra a cuestas todo el día, entonces conectaba mucho con los musiqueros viejos. Terminaba a la madrugada en un sucuchito, cerrado ya, haciendo música, compartiendo con ellos”.
Tiempo después de terminar la secundaria volvió a Rosario, empezó a estudiar música y después a trabajar como DJ. En 2014, por fin, le puso pie al camino de su primer disco. Su carrera musical llega hasta hoy, como el agua que moja la orilla y refleja el rojo del cardenal y del atardecer. Su música es un Litoral de colores.
A principios de marzo de este año apareció el fuego en el horizonte rosarino. Impactado por lo que estaba pasando escribió Humedales, una canción que se empezó a corear en cada marcha contra el ecocidio.
Después de un año intenso, incluso de enfermarse de COVID y de recuperarse lentamente, Lauphan llegó a Paraná para participar de Alma Delta, un festival ambiental organizado por la Fundación CAUCE. Por la pandemia, el show se graba en diferido y se estrenará en YouTube el domingo 29 de noviembre. Mientras toca en un muelle, con el Paraná de fondo cada vez más bajo, se alcanza a ver el humo de una isla que se quema en la ruta a Santa Fe.
–¿Cómo empieza tu relación con la música? ¿Tuviste época de bandas?
–Tuve bandas con amigos y siempre estuve haciendo música, pero de una manera un poco más informal porque el contexto no permitía profesionalizarse. Me fui a vivir a Rosario y ahí sí empecé a estudiar música y a desarrollar mi carrera musical. Con mis amigos hacíamos de todo un poco, sobre todo como un punk rock medio mutante. Escuchábamos mucho The Police, Radiohead, pero lo que hacíamos no estaba relacionado con la música que hago ahora. Cuando tomé distancia y perspectiva empezó a salir lo que tenía adentro a nivel musical, compositivo y de influencias.
–¿Cuáles dirías que son tus influencias?
–Flasheaba que mi influencia era Radiohead, pero eran los viejos con los que me juntaba a tocar folclore en una peña. En ese momento yo no la veía, pero con el tiempo me dí cuenta de que sí me marcó. Cuando quise empezar a hacer mis canciones, eso estaba super presente: toda la sonoridad de la música en seis octavos. Agarraba la guitarra y me salía eso. El folclore me había atravesado porque me atravesó el paisaje, la gente que estaba ahí. Vino de manera directa la influencia.
–¿Arrancaste con la guitarra?
–Sí, guitarra. Y cantar. Siempre estaba en esa de sacar temas y juntarme con gente a tocar, autodidacta. Después estudié armonía. En Rosario empecé a laburar de DJ en bares y eso me aportó otra influencia más que es la música electrónica. Empecé a aprender a producir música electrónica. Incluso la música de raíz folclórica, no ha sido tradicional… pienso en Atahualpa Yupanqui y era un gran vanguardista. Empecé a traer mi lectura de la música de la tierra atravesada por la tecnología. No me sentiría real si cantara una baguala como Yupanqui o un chamamé como Cocomarola. Vivimos distintas cosas.
“El folclore me había atravesado porque me atravesó el paisaje, la gente que estaba ahí”.
–Y tocar como DJ, ¿cómo se dio?
–Empecé a buscar trabajo y llevé un curriculum a un bar al que iban amigos que estudiaban música conmigo. Me llamaron y empecé haciendo todo, trabajando en la barra, cargando birra en la heladera, pero mientras cargaba la heladera ponía una lista de música. Siempre la música como mi norte. Y una tarde se juntaban los dueños a debatir sus cuestiones de negocios y tiran: Che, qué bueno esto, qué es lo que suena. Y un día me dicen: Falta el DJ el jueves, ¿no te animás a poner unos temas? Tenía cero experiencia, crecí en Ramírez sin computadora. Pintó ahí con la computadora de escritorio del bar, super bizarro. Estuvo buenísimo. Después me ofrecieron seguir todos los jueves, después todos los jueves y los viernes. Terminé siendo el residente de ese lugar super emblemático de Rosario que se llamaba Barcelona. Un bar muy under pero importante para la contracultura, donde se juntaban todas las bandas que hoy están recorriendo Rosario y el país: Indios, Mamita Peyote, la Rosario Smowing. Otro día te caía Fabiana Cantilo. Entonces conocí un montón de gente de la música. Y así fui creciendo en ese laburo, empecé a organizar fiestas…
–¿Enseguida se juntaron las canciones y la electrónica?
–No, al principio tenía medio disociado mi laburo de DJ con mis canciones y la guitarra. Después se sumó lo de producir música electrónica y después empecé a mixturar, a hacer sets que tenían que ver con la música folclórica y también con la electrónica. En 2014 empecé a hacer mi música, a producirla. Me fui a Islas del Ibicuy y empecé a trabajar un tema que se llama Gurisito Cósmico, que terminó siendo el tema que le daba nombre a una obra muy grande del Combinado Argentino de Danza en Buenos Aires. A raíz de eso empecé a contactar con un montón de artistas de allá. Me empezaron a alentar, a preguntar por el disco. Me di cuenta de que tenía que hacerlo y darle una forma concreta.
–¿Cómo lo grabaste?
–Fui a grabar los acordeones al pueblo, porque era el audio que tenía en mi mente… Intenté en Rosario pero era otro toque, otra cosa. Los grabaron los nietos de la gente con la que tocaba. Hice la preproducción en la casa de un amigo a Islas del Ibicuy que también es de Ramírez. Me parecía un embole esa forma de hacer música estando solo en tu pieza. Igual grabé todo de manera bastante hogareña. Fui al pueblo con un micrófono, la computadora y la plaquita y mientras ladraban los perros… Hay mucho audio en el disco que son pajaritos y cosas así, que los dejé. Los podría haber editado, como generalmente se acostumbra. Pero tomé esa decisión artística de que el entorno fuera parte de la música.
–En la intro del show suena algo que escribió Callero para vos, ¿es la voz de él?
–Sí, es un audio de WhatsApp que me mandó hace años. Enseguida decidí que lo iba a usar de intro. Al principio era sólo la voz y después le armé una base. Fer es una de las influencias cercanas… Cuando digo influencias, no es que lo que yo hago tiene directamente que ver con lo que hace esa persona, sino que es su espíritu, su forma de encarar el arte. Y también las cosas que hemos compartido. Fer era una persona super increíble y compartimos muchas locuras cuando caía a Rosario. Nos quedábamos hasta tarde flasheando música. Él era así, su universo poético, lo que él escribía y lo que vivía tenían un entramado especial. Y después que le pasó lo del accidente pasé bastante tiempo yendo a visitarlo, él estaba a unos kilómetros de Rosario haciendo la rehabilitación. Ir a compartir los mates y la guitarreada…
Vuelve el tema de las influencias, de la creación como un hecho colectivo, conectado con el entorno:
–La distancia me hizo ver que lo que vale es lo que tenés alrededor, lo que te influencia es lo que curtís todos los días, la persona con la que te estás tomando los mates. Hay mucha gente que está al lado tuyo y de la que estás aprendiendo todo el tiempo. Siempre te quedás con una imagen que te despierta un acorde, o una palabra que te despierta la idea de una canción.
–¿Cómo sentís que es el Litoral que aparece en tu música?
–Hay una riqueza en el Litoral, un cruce de culturas, de personas, de carácter, de paisajes. Siento que cada lugar me dio ciertas herramientas y cierta perspectiva de las cosas, si yo no estaría en Rosario no podría ver con los ojos con los que veo Ramírez, Paraná, el salto Ander-Egg. O los lazos con las personas. No es lo mismo cómo uno se relaciona con la gente si creciste en Rosario… A pesar de que está el río, Rosario es más ciudad, son otros los vínculos. Cuando vivía en Ramírez y me juntaba a hacer música, eso era mi natural, estaba siempre y parecía que iba a estar siempre. Al moverme y encontrarme con lo apasionante de una ciudad y con lo solitario de una ciudad, con las problemáticas… lo empecé a apreciar. Me dio un punto de comparación. Hay grandes riquezas en Entre Ríos sobre todo el paisaje, el paisaje sonoro. Y para mí son importantes esas cosas, entonces terminan saliendo en lo que hago. Todo lo que está alrededor es una música muy zarpada, que rodea a las personas.
“Lo que te influencia es lo que curtís todos los días, la persona con la que te estás tomando los mates”.
–¿Por qué elegiste al cardenal para tu arte?
–Es un pájaro que desde chiquito me llamaba mucho la atención. Los colores… Había una hora del día en la que aparecían los cardenales y era una flasheada. Una amiga de acá de Rosario hacía máscaras de animales extintos y le propuse hacerla. La empecé a usar en los shows y me dí cuenta de que generaba algo. Me di cuenta de que tenía una identidad re contra zarpada del lugar donde crecí, el lugar y la gente de donde vengo. Después leí que representaba a Entre Ríos.
–Además de lo sonoro, las letras son una parte importante de tu propuesta. ¿Cómo es tu relación con la escritura? ¿Escribías antes de hacer música?
–Escribía antes. Muchas de las letras de Litoraleza están arrancadas antes de proponerme hacer un disco, incluso antes de proponerme hacer una canción. Litoraleza era una palabra dentro de un millón en un cuaderno. La escritura para mí es expresión total. Apareció esa palabra y se terminó convirtiendo en el concepto del disco. A veces encaro la música desde la palabra y a veces al revés. Con Humedales se me vino, a raíz de todo lo que estaba pasando… el fuego arrancó a principios de marzo, fines de febrero, heavy. Y se me vino “si tocan al río, me tocan a mí” y ahí ya estaba la canción, yo quería decir eso. Agarré la guitarra, busqué lo que tenía en la cabeza y listo. Después quedaba completar el resto, que le metí trabajo, obvio. Puede salir espontáneo pero le doy mucha importancia. La letra es la parte donde más me detengo.
–Contanos cómo fue toda la movida de Humedales…
–Los artistas, la gente que escribe, que saca fotos, tiene algo de antena, de captar lo que está pasando alrededor. Si estás conectado con eso, con lo que está pasando en la calle, en el paisaje, siento que tenemos algo de antena y que en Humedales pasó algo de eso. Me escriben docentes que lo están enseñando en la escuela y flasheo. Es muy fuerte. Le pasé el tema a la gente de la Multisectorial [por los Humedales] la noche antes de una marcha que había en el puente, a la que yo fui, pero resulta que la canción empezó a sonar en otra parte. Entonces me llega un mensaje de un amigo y me entero: un video con la gente bailando. Era la primera vez que sonaba fuera de mi computadora, en el espacio exterior. Además el público no era gente que me conocía, era gente grande, niñes. Entonces fue fuerte. Y ahí los chicos de la Multisectorial me dijeron que querían hacer el video. La lucha detrás es más poderosa que cualquier otra cosa, pero yo sentía que como músico, como artista y como persona que vive en este lugar tenía que hacer algo. Ese fue mi aporte más honesto. Podría haber esperado, hacer un lanzamiento –que después lo hicimos–, pero estuvo antes en la calle, en las marchas, con la gente. Quería eso.
–¿Y el lanzamiento?
–Acá estamos con el fuego en el horizonte todos los días, pero hablaba con gente en Buenos Aires que no tenía idea. A veces el arte, la música, tiene un potencial que se tiende a banalizar. Justamente, convertirla en un producto hace que nos olvidemos del poder que tiene realmente, de transformar el adentro para que después se transforme el afuera. Unos amigos de Buenos Aires que tienen un sello me dijeron que me iban a ayudar a editarla en el menor tiempo posible. Y se me ocurrió disfrazar de lanzamiento de single esta flecha, para mostrar lo que estaba pasando con la quema del humedal. El video oficial del tema iba a ser el video de toda la lucha y el arte iba a ser de Vicki [Ruíz Díaz]. Me acuerdo también que en esos momentos en los medios de comunicación tanto de acá como de Entre Ríos estaba la disputa de si eran los rosarinos o los entrerrianos los que usaban la isla y la prendían fuego. Era generar conflicto en un lugar donde no lo había. Ya sabemos quiénes son los que tienen intereses económicos. A nadie le puede pasar inadvertido que le prendan fuego su paisaje. Sentía que también era importante tirar ese lazo con Vicki, que es una de las personas que me super influencia con lo que hace. Nos criamos en el mismo lugar y cuando vi su obra sentí una conexión profunda. Ella es una persona clave en lo que yo hago, siempre que pienso en el arte de una canción pienso en su laburo. Y allá también estaban prendiendo fuego todo.
–¿Estás trabajando en un disco nuevo?
–Estoy en varias cosas: escribiendo canciones por un lado, trabajando un concepto por otro. Estoy trabajando en un disco que me saca de mi zona de confort. Estoy haciendo también música instrumental, como para cine, expresando sin la palabra. Estoy pensando en las formas, si es un disco o un EP. Siento que ahora la música tiene que estar en función de las urgencias. Y jugar con las herramientas del mercado para filtrarte y atravesar las problemáticas que nos están sucediendo, comunicarlas. Creo que la música tiene que estar más que nunca en ese lugar. Y lo que hago tiene que servir para generar preguntas, para mover fibras internas.
–¿Por qué creés que es urgente este momento?
–Porque están haciendo mierda al planeta. La gente está cada vez más sola en su casa, con su Netflix, su Spotify. Si bien las redes pueden generar mucha conexión, también generan mucha individualidad. Me gustaría que mi música sirva para volver a retomar las cosas piolas que tiene conectarse con la gente y para reflejar lo que está sucediendo en el único planeta que tenemos. No nos vamos a ir a vivir adentro de Instagram. Tenemos el humedal, el cielo éste, el agua del río que está cada vez más contaminada.
–Cuando empezaste a hacer música, ¿pensabas que se iba a vincular con una transformación y con una visión política de la realidad?
–En el contexto en el que vivía, elegir agarrar una guitarra, cantar y tocar en la plaza, en vez de hacer lo que hacía todo el resto, desde el minuto cero es algo político. Estás plantándote frente a un modo de vida que está super naturalizado. La gente va al boliche, va al trabajo que está dentro de la norma. Costaba relacionar al arte con un trabajo. Venirme a Rosario me dio las herramientas para poder trabajar de la música. Cuando vivía en mi pueblo tenía un montón de cosas hermosas alrededor, pero no tenía ese apoyo. Y cuando vuelvo a Ramírez siento que tengo un compromiso, una misión. Me pasó de tocar en el aniversario del pueblo y se sorprenden de que seguí insistiendo con la música. Los bares adonde tocábamos con mis amigos nos decían que hagamos covers. Había algo bastante desmoralizante y poco alentador. Y la misión es justamente ir a generar esos espacios. Que los pibes vean que si yo pude hacerlo, lo puede hacer cualquier persona. Me gusta incentivar eso, a varios amigos de Ramírez les estoy dando clases de Live que es el programa que uso para producir, porque quiero que la música de esos lugares se conozca. Toqué en un montón de festivales y bares en Buenos Aires y… conozco gente que es diez mil veces más talentosa que la gente que está ocupando lugar ahí. Sé que hay un laburo detrás de eso, pero me gustaría que se trasladen un poco esas oportunidades que hay en la capital, a Ramírez y a los pueblitos donde pasé tanto tiempo. Eso también es parte de lo que hago.
Lauphan | Bajada Grande Set Solo: Estrena el domingo 29 de noviembre a las 20:00 en el canal de YouTube de Cauce