Poemas que se dibujan y dibujos que se escriben. Las artistas paranaenses Fernanda Álvarez y Carla Brugo nos convidaron sus charlas entre poesía e ilustración.
Carancho
Tenía la escoba apretada en la mano y le daba:
zam zam para un lado
zam zam para el otro.
Por ahí es que las escucho venir.
Una, la más bajita de las que vive adentro, hablaba con alguien:
Ya no me aguanto más esta cara, me entendés
Siento Un cansancio.
Limpiar con trapos fétidos muebles viejos,
y el olor a perro podrido por los rincones,
en estos días de humedad es un asco
por eso no voy
te das cuenta.
Seguía barriendo,
ahora más inclinada hacia adelante
casi doblando la paja por la fuerza que le echaba encima,
ellas adentro continuaban:
Pozos ciegos las ojeras
clavadas las comisuras para abajo
como extremos de una carpa iglú
azotada por el viento que baja
desde la cadena montañosa del entrecejo
No es que quiera dar pena
pero se me ha puesto esta cara,
como la máscara de un muerto,
de fotos viejas de una pariente lejana
o las que se encuentran en recortes
pisoteados en la vereda
cara de algo velado
¿Vos no me ves?
El tono iba subiendo con los zam zam, zam zam de la escoba
Empezó a barrer las paredes,
las ventanas y los marcos de la puerta:
Parezco salida de la sección policiales,
con esta cara de presa por luchar,
exiliada de guerra,
masacrada.
Por eso,
no es que no encuentre las llaves para salir
pero es que con esta cara
qué querés.
¡¡¡Zam zam zam!! ¡¡¡Zam zam zam!!!
Siguió con las hojas del patio que volaban por el aire en el impulso:
¡Qué cara más rara!
¡Un carancho!
Y cuando menos se da cuenta,
con la escoba como un hacha,
asesta duros mazazos al tronco de un árbol.
No sé sabe quién está
adentro de la que golpea.
Quién se le pone adelante
la rodea
y se le vuelve a poner
y a poner,
formando capas,
formando cuerpos
como cáscaras.
Pafff paafffff, paffff pafff
Él árbol resiste la embestida.
Así no, así no puedo ir.
¿Ma qué querés que haga?
¡Que cara está la cebolla!
Grita uno que justo pasa
la fisgonea sentada en el piso
jadeante
la escoba sobre el regazo
partida al medio.
Una cuadra, una hora, una niña
Son las cinco y veinte de la tarde
es invierno
la cuadra va saltando de vereda en vereda.
Al fondo, delgada línea, una nena de pelo lacio viene corriendo
su cuerpo se recorta en destellos
es diminuta bajo los árboles
e inmensa en la voladura de su niñez.
Salen
atraviesan la puerta de un pasillo
dos perros salchichas con la lengua afuera
el cuerpo zangoloteado
corren
la nena los persigue a los saltos
y una sonrisa que va
de norte a sur.
Juegan los tres
en círculos, continuándose
como ciclos constelatorios.
Allí el sol se absorbe en el horizonte
justo al fin de esta cuadra
al fin de esta calle
al fin.
Todo se ve a contraluz
a contra sol
y los límites son claros.
Los coterráneos árboles
los carteles del almacén y de la farmacia
la niña y los perros salchichas
los gritos de un gurí jugando a lo lejos
las señoras que conversan
el joven que sale de la escuela.
Todos a contraluz
delimitados y únicos
absorbidos en el ámbar del fondo.
Autos, motos, camionetas, bicicletas,
van rayando el asfalto sin dejar aparentes huellas,
crean la banda sonora.
Las personas que caminan hacia allí,
las que nacen con el día o van muriendo ya,
del este hacia el oeste,
deben taparse los ojos para ver
hacerse visera con la mano.
Ruge el motor de una camioneta vieja,
se enciende.
Dos señoras vienen conversando
carteras al hombro
haciendo frotar sus breves tacos contra las baldosas.
(Hay algo en ese conversar que también se frota como si a cada palabra sus cuerpos
se restregaran, con enorme placer, contra la pared o sobre el ruido de la camioneta.)
¿De qué hablan?
Dicen algo de mil pesos que le había costado no sé qué
una cosa que compro en no sé dónde
dicen eso
sus cuerpos hablan de otra cosa
algo más del sentir
del placer de frotarse
venir del sol e ir hacia el ocaso
apuradas pero con un bien bajo el brazo.
Siguen ladrando unos perros lejos
ya no son los salchichas.
Y el rugir continúa, obstinado.
Esta cuadra
donde a lo lejos se ve que la tierra es redonda y gira
las personas dicen
pero no hablan claro de lo que es por dentro
los ruidos pasan
en un desfiladero constante y paralelo,
y algunos acompañan
y cada cosa se deja tocar
por el mismo hilo de sol que dejaremos atrás
todos por igual
más antes o más después.
Esta cuadra
pasaje que deja llegarme a mi niña
y verla jugar
y distraerse…
El cielo ahora se puso verde y la primer estrella.
Y yo cuento:
una cuadra,
una hora,
una niña.
La zarza y el aguar
Un mediodía los vi, la rama se enredó en el tronco, abrazándolo fuerte de un lado al otro. El entrelazado casi lo ahoga dejando una profunda y oscura marca hendida en la corteza.
Metí las manos sin pedir permiso y los separé, primero con fuerza y rompiendo, y después a medida que avanzaba y veía lo profundo del vínculo sentí respeto y tomé paciencia para desenlazar cada una de las vueltas. Uno de los dos seguirá vivo completa o parcialmente.
Junto al otro de seguro hubiese terminado seco o conformando un colchón natural y tupido de hojas y ramas livianas, sin una forma definida tapando flores y plantas pequeñas.
Uno era el soporte del otro que tejía en los recovecos, a su vez ambos subsistían pese a la presencia de arriba de un árbol gigante y sempiterno que no daba a basto con tanto follaje. Él también se descomponía sobre el dúo abochornado.
Ahora están más bien separados. La enredadera es insistidora y no para de crecer y rebrotar en todas partes agarrándose de cualquier cosa para seguir viva, sus nobles hojas han acompañado a los mortales en su salud y con su sombra. El otro es un árbol fuerte y generoso que florece para que las abejas se acerquen a libarlo y se hace un lugar en cualquier parte porque sí no más, porque es el árbol maestro desde siempre y necesitamos que exista.
Así, en una triste satisfacción, transcurrió el día. Con pensamientos agitados por la mágica coexistencia susceptible y perturbable de la vida y los brazos marcados de ramas e insectos.
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Fernanda Álvarez
Nací en Rosario en 1981, ahí fue mi primer infancia. A los 11 me vine a Paraná. Siempre bailé y escribí sin parar, eran mi lugar de resguardo y conexión con algo mío. Cuando terminé la secundaria me fui a Buenos Aires a estudiar Guión para cine. En el 2008 regresé a esta ciudad. Ahí tejí y destejí apavoradamente. Y en el 2011 dí a luz a un niño.
He publicado unos libros, compuesto y bailado unas obras, y algunos que otros experimentos. Ahora también estudio Letras. Me gusta decir que soy buena acompañando procesos creativos. Mi blog es: www.mibicicletadeescribir.blogspot.com.
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Escribo, desde que recuerdo, como forma de sobrevivir y hacer tierra. El arte me lleva y me trae al lugar de querer seguir viva, como una flor que se abre y se cierra.
Leo casi todo el tiempo, a veces son libros. Ahora estoy entusiasmada con lo que se escribe en la ciudad (Paraná) y textos sueltos de aquí y de allá. Por causas cotidianas, adoro especialmente la literatura infantil.
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He trabajado ya con algunas ilustradoras y siempre ha sido un intercambio apasionante y enriquecedor. Con Carla enseguida supimos que un tiempo propicio y un buen camino fértil nos aguardaba, y nos lanzamos a andarlo a los saltos y re contentas!
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Carla Brugo
Nací en Gualeguaychú el 19 de julio de 1976. Sospecho que de esa ciudad absorbí los colores del carnaval y la libertad del río. Dibujo y pinto desde que nací y desde hace casi 20 años la pintura, la ilustración y el diseño son mi manera de concebir la vida. Son mis oficios, de ellos vivo y ellos me salvan. He realizado muestras individuales y colectivas. He ganado y he perdido premios. Mi formación es la búsqueda de la sorpresa muchas veces sola y otras en espacios académicos. La ilustración es sin darme cuenta. Mis pinturas son ilustraciones que cuentan historias sin buscarlas. He realizado varias ilustraciones y todas ellas han sido infantiles.
Actualmente estoy pintando cuadros de seres que vuelven a aparecer cíclicamente. También estoy ilustrando un cuento con Fer que es un trabajo en equipo. Lo vamos inventando entre las 2. Dibujo y Fer escribe y viceversa. Mi inspiración nace de mañana. Un color lleva al otro, un espacio determina lo que esta por venir. A veces me despierto y estoy en el bosque y otras veces en la montaña. O a veces quiero volar y otras sentirme abrigada en una textura dulce y suave.