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Crónicas

Toda poesía es gurisa

Se presentó el 20 de noviembre en Paraná Todo gurí es poeta, un poemario escrito por gurisas y gurises entrerrianos en la escuela pública. Escribe Rocío Fernández Doval.


Un Cumonio es una mezcla de chancho, unicornio, mariposa y oso, un animal raro que Antonela Zamero se encontró una noche en una caja, al pie de un árbol. Ella en realidad no sabía del animal, sólo vio la caja, le gustó y se la llevó a su casa. “Llegué, la acomodé bien en un lugar desde donde no se cayera y mirándola fijamente, me dormí”, escribió Antonela.

Cuando despertó, se encontró con Cumonio. Ella le puso así. “Le daba de comer mucho hasta que un día ví que ya no entraba en mi casa. Lo llevé a un bosque y me largué a llorar porque sabía que ya no podía tenerlo.”

Antonela tiene once. Lee su texto con toda la seguridad del mundo y después de los aplausos, cuenta:

–Primero ví el árbol y la caja y me enfoqué en eso. Estaba presente ahí. Después salió de la caja Cumonio, que es la mezcla de todos esos animales y le agregué “nio”, porque… sí. Y bueno, después lo llevé al bosque y…

Antonela sigue contando la historia de cómo escribió sobre Cumonio, porque conoció a Cumonio.

La sala llena de la Biblioteca Provincial, en Paraná, aplaude y saca fotos con el celu. Hay madres, algunos padres, abuelas, seños, hermanites peques que de vez en cuando lloran o pegan un grito, y las madres llevan al patio entre cuchicheos. 

Después pasa Germán Abrard y lee:

Para hacer una lluvia 

se necesita

que una bruja se case

que un hombre lobo salga

de su cueva

que tres monos mueran

y que el Megalodón

vuelva a existir.

Todo eso

sin que me de miedo.  

–¿Te acordás qué poema leímos ese día antes de escribir? –le pregunta Rocío desde el micrófono y él no está tan seguro, entonces aparecen los versos de Emily Dickinson: Para hacer una pradera se necesitan / un trébol, una abeja y un sueño / Si faltara la abeja, alcanzará con el sueño.

–Ah, la seño nos dijo que pensáramos cómo se hace una lluvia y yo quise poner cosas que no existen, como el Megalodón.

Los ojos se le ponen grandes, como un tiburón gigante, como la extinción, como el miedo. Van pasando, si quieren, de a dos. Algunes no se animan a leer y otres se animan repentinamente y hay que aprovechar antes de que se arrepientan.  

La seño es Rocío Lanfranco. Ella, más que seño, prefiere tallerista. Les autores de los textos son alumnas y alumnos de 6to grado de la Escuela Nina N° 146 “Bases” y acaban de publicar su poemario colectivo Todo gurí es poeta.

Mientras, el coro de niñes Americánticos hace una ronda y le canta a la cachada, a la seño de matemática y al Rey León.

Antes que el libro, el taller

“El taller está enmarcado en el Proyecto de Escuela Nina –una iniciativa provincial, que se llama así por la educadora entrerriana Nélida Nina Landreani–. Es básicamente una extensión de jornada en escuelas primarias que se caracterizan por estar emplazadas en barrios populares o tener estudiantes provenientes de esos barrios. Lo que solemos destacar quienes trabajamos en estos espacios es la posibilidad que estas instancias abren a la producción artística por parte de gurises que no tienen recursos para ir a un taller o un club por sus propios medios”, destaca Rocío.

En este caso, la escuela está en el barrio Estación Parera, en la salida este de Paraná, ya cerca de San Benito. Las calles que rodean la escuela son De la Taba y De la Yerra.

Rocío Lanfranco que es poeta, integrante del grupo de poesía Mojarra y tallerista de niñes y adultes, presentó un proyecto y lo concursó hace cuatro años “y desde ese entonces venimos armando el taller”. En particular, con les autores de Todo gurí es poeta escriben desde hace dos años.

Dice que en Estación Parera “el paisaje es un tema recurrente”. Si bien es un barrio de Paraná, “es una zona semirural, muches tienen caballos u otros animales, algunes trabajan en quintas con sus familias. Eso aparece, la voz de las cosas conocidas”. 

–¿Y cómo te pega a vos leer lo que escriben?  

–A mí me sorprende. Me acercan los cuadernos, leo y los miro siempre con cara de ¿esto lo escribiste vos? Por ahí aparecen metáforas encantadoras como en uno de los poemas que dice “hasta que hable Santa Rosa” y se refiere a lo inminente de una tormenta o “el amor es una bailarina”… Yo ahí me pongo re seño orgullosa y les dibujo caritas y corazones en las hojas. A veces también me pongo triste porque escriben textos increíbles pero tristes y me cuesta pensar que es bueno que lo estén escribiendo porque algunas cosas, algunos dolores, algunas soledades, no son para que las sienta une niñe.

–Vos te definís como tallerista. ¿Qué significa eso para vos? ¿Y qué crees que significa para elles?

–Ser tallerista en mi caso se parece a un ejercicio de escucha, creo. Una vez me explicaron que en el taller hay que producir y eso es lo que lo diferencia de una clase. Creo que hay algo de eso aunque es un producir inquietud en vez de producir objetos  (como podría pasar en un taller de cocina digamos, aunque seguramente también en el de cocina se produzca poesía). El oficio de tallerista de poesía es uno en el que se intenta reconocer la voz de quienes construyen junto con une el espacio y ahí acercar voces similares, preguntas que desenreden algunas ideas.

Creo que para les gurises estar en el taller es ser un poco más libres. No estar de acuerdo y decirlo, proponer… en el taller estamos todes viendo qué queremos, incluso yo, elles lo saben.

–¿Desde dónde parten para escribir? ¿Leen otras poesías? ¿Después leen en voz alta lo que escriben? ¿Se animan fácil? 

–Leemos otres poetas siempre. Muy poca literatura de la llamada infantil, más bien autores que dicen cosas parecidas a las que decimos nosotres. También escuchamos canciones, invitamos a otres artistas. Todos esos son disparadores.

En general la clase termina con una ronda de lectura de la que participa quien quiere hacerlo, nadie está obligade. La mayoría quiere compartir, supongo que les estimula el aplauso que es la reacción más habitual cuando termina una lectura. 

–¿Notás más dificultad en los varones para expresar lo que sienten, o eso ya se terminó? 

–No noto dificultad para expresar lo que sienten al escribir. Por ahí sí un poco de timidez para leer cuando los textos son más íntimos y hablan del amor o del desamor. Pero no hay diferencia en relación al género. Hay estudiantes con más ganas que otres de compartir pero nada más.

Supongo que la transversalidad de los contenidos de Educación Sexual Integral viene derribando esa tendencia de los varones de posicionarse como recios y a las mujeres como sensibles y rosaditas. 

–¿Cómo surge el proyecto del libro y qué pensás que significa para elles ver sus poesías publicadas?

–Esta es la segunda vez que desde un taller en escuela primaria podemos publicar. El año pasado hicimos La canción del barrio con la Escuela 18 y fue hermoso. Este año ya no estuve en esa escuela entonces pensé en repetir la experiencia en la 146. Lo puse en el proyecto y la directora se lo puso al hombro conmigo, es decir, me aseguró que conseguiríamos el dinero. Creo que el deseo de demostrar que la poesía es de los gurises, en el sentido de que les pertenece como el juego o el amor por el recreo, funciona como motor del proyecto Todo gurí es poeta. Tenemos la intención de que sea un género devuelto al aula con la alegría de protagonizarlo, por eso publicamos.

Creo que sienten que el libro es la manera que encontramos para decirles que confiamos en elles, que capaz el mundo está más bueno con estos poemas adentro y además –casi seguro– que un día serán famosos.

Todo gurí es poeta

Paraná, Entre Ríos, Argentina 

Compilado por Rocío Lanfranco 

Ilustración de tapa de Maxi Sanguinetti

Impreso en Aliso Imprenta en noviembre de 2019, con el apoyo de la cooperadora de la escuela.